Llegó sin avisar y me dijo de buenas a primeras:
-Soy la vista gorda.
-¿Quién? -pregunté sin entender.
-La vista gorda -repitió-. ¿Acaso no ha oído usted la frase: "Hacerse de la vista gorda?". Yo soy la vista gorda.
-Entiendo -contesté-. Y ¿en qué la puedo yo servir?
-Diga usted a sus lectores -respondió- que es de muy mala educación decirle a alguien que está gordo. Que den gracias de tener vista, aunque sea gorda.
Le prometí a la vista gorda hacer lo que me solicitaba. Y lo hago ahora, no sea que vaya a pensar que me estoy haciendo de la vista (con perdón sea dicho) gorda.
¡Hasta mañana!..