Este año el huerto se llenó con el aleteo de las palomas de ala blanca. Nuestros nogales dieron fruto abundantísimo, y llegan a gozarlo esas esbeltas peregrinas.
El año anterior no hubo nueces. Tampoco hubo palomas. Ellas supieron antes que nosotros que los árboles no rendirían cosecha.
Hay un misterioso saber que las criaturas de la tierra se comunican unas a otras. Imagino un oculto diálogo a distancia entre el árbol y el ave: ?No vengas esta vez; no tendré fruto?. Así la piedra debe hablar con el río, y el río con la libélula, y la libélula con la nube, y la nube con la estrella.
Sólo nosotros los humanos somos ajenos a ese diálogo. Creemos saberlo casi todo, y la verdad es que no sabemos casi nada. Tendremos que preguntarle a la paloma, al nogal, a la piedra y al río, a la libélula, a la nube y la estrella.
¡Hasta mañana!..