Hasta los 40 años de su edad John Dee leyó mucho y vivió poco. Una muchacha de largas trenzas rubias y ojos infinitos lo sacó de su error, y a partir de entonces Dee leyó muy poco y vivió mucho.
Eso lo hizo ser más sabio, pues la sabiduría verdadera -esto se ha dicho muchas veces- no se encuentra en los libros, sino en la vida. Si alguien escribe un libro sin haber vivido mucho, lo más probable es que ese libro sea mentira.
John Dee solía decir que el libro más importante que había leído -aunque sin entenderlo- era su esposa. "Toda mujer -acotaba- es un misterio que el hombre no puede comprender, sólo adorar". Añadía que el misterio final que en la mujer reside es el misterio de la vida.
Erasmo de Rotterdam escribió estas palabras en una de sus famosas Colloquia (1519): "Cuando John Dee dejó de leer perdimos un buen filósofo. Cuando empezó a vivir ganamos un filósofo genial".
¡Hasta mañana!..