En sueños se aparecen las amadas sombras. Me miran desde el filo de la nada, y su silencio es la voz de la tristeza.
Son los que ya no son. Desde la noche llegan con su ausencia. Quisiera ir hacia ellos y abrazarlos, pero soy una estatua que se ha olvidado ya de caminar.
No hay olvido. Si lo hubiera nada sería en el mundo. No somos porque pensamos, ni somos porque vivimos. Somos porque recordamos.
En la noche dormida está el recuerdo. Ni tiempo ni destiempo hay para él. Por su camino vuelven los que ya se fueron. Yo no temo a la noche de las sombras; temo a la oscuridad amanecida en que las cosas son. Me duermo en la esperanza de mirar a los que ya no pueden ser mirados. Y vuelven, vuelven siempre las amadas sombras. Estaré yo con ellas algún día; seré sombra con ellas, y miraré en el sueño a los que duermen y que también alguna vez despertarán.
¡Hasta mañana!..