La muerte de Juan Soriano empobrece a México: al faltar él perdemos la riqueza de su color y su dibujo.
Niño de toda la vida -niño de toda la muerte- Juan Soriano hizo de su pintura un descubrimiento cotidiano. Su vida fue un continuo asombro ante el mundo, y luego un inocente desafío para hacer que nosotros miráramos las cosas como las miraba él.
En Guadalajara me regaló un dibujo. Ahora lo estoy viendo: este pequeño gato levanta la patita hacia el aire por donde vuela una aérea mariposa. Le pregunté: "¿La va a matar o la va a acariciar?". Me respondió: "Es lo mismo".
Juan Soriano se va en el mismo vuelo de las palomas arcangélicas que hizo con gravidez de viento y levedad de bronce. Yo lo recordaré, clara sonrisa y claros ojos, perfecta maestría de niño eterno que con el mundo pintó su mundo y con su muerte la inmortalidad.
¡Hasta mañana!..