Yo no sabía realmente lo que es sentirse miserable hasta que me sentí realmente miserable.
Entré en una tienda de videos, y una niña de 17 ó 18 años me preguntó con voz mecánica, mirando hacia otra parte:
-¿Busca algo en especial?
Le pregunté por la película que quería encontrar:
-¿Tienen "Juegos prohibidos"?
Entonces sí la niña fijó en mi la mirada. Era una mirada fría (y la mirada de una niña de 17 ó 18 años puede ser verdaderamente fría) que me hizo sentir como Adán cuando por primera vez se vio desnudo. Desde esa gélida mirada me respondió con sequedad:
-No. Aquí no manejamos pornografía.
Y me volvió la espalda, despectiva. Ni siquiera me dio tiempo de decirle que "Juegos prohibidos", la película eterna de Réne Clément, no es pornografía, sino preciosa joya del cine universal. Salí muy escurrido de la tienda.
¿Pornografía yo, que -como dijo aquél- ni siquiera tengo pornógrafo? Ahora sé lo que es sentirse miserable.
¡Hasta mañana!..