John Dee buscó 30 años y encontró al fin un conjuro para alejar al espíritu maligno. Quien llevara la invocación escrita en una medalla, o la rezara, apartaría de sí al demonio para siempre. Decía la oración:
Crux sacra sit mihi lux;
non draco sit mihi dux.
Eso significa: "La santa cruz sea mi resplandor, para que el demonio no sea mi señor".
Un abad le pidió a Dee el exorcismo, y cuando el diablo se le apareció lo recitó. Pero a pesar de eso se lo llevó el demonio. Dijo el malo mientras metía al hombre en su costal: "La única manera de alejar al mal es haciendo el bien".
Esa noche el abad se le apareció a John Dee. Le contó que estaba en la morada del maligno, y le pidió que dijera a sus hermanos lo mismo que ya antes se había dicho: la fe sin obras está muerta.
¡Hasta mañana!..