Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que nació su hijo, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Ayer vi en una iglesia un gran letrero: "Aquí está Dios". Y es cierto, también ahí está Dios. Pero no solamente está ahí. Cada hombre y cada mujer podría llevar en el pecho ese letrero: "Aquí está Dios". Cada criatura animal y vegetal podría ostentar la misma leyenda: "Aquí está Dios". El letrero podría colgar de las estrellas y flotar sobre la inmensidad del mar. Las piedras también podrían llevarlo. La frase podría circundar toda la Tierra y el universo todo, como un gran arco iris.
En eso una hermosa chica pasó frente a Cusset.
-También aquí esta Dios -sonrió él.
Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!..