Cuando tenía 20 años de edad John Dee era dueño de mil libros.
A los 40 regaló quinientos: se dio cuenta de que no le servían para nada.
A los 60 tenía cien libros nada más. Y aun pensaba que eran muchos.
A los 70 conservaba un solo libro.
Y el día de su muerte no le quedaba ni uno. Alrededor de su lecho estaban, sí, su mujer y sus hijos, y sus nietos.
-Los libros importan en la vida -declaró John Dee-, pero no al final de la vida. Cuando nos acercamos a la muerte lo que importa es la vida. Y esta familia mía que está aquí es lo más importante de mi vida. Ellos son el libro más valioso. Debí dedicar más tiempo a escribirlo mejor.
Los discípulos de John Dee entendieron la última lección de su maestro, y procuraron que el mejor libro de su vida fuera su misma vida.
¡Hasta mañana!..