Llegaron de repente y se presentaron a sí mismas:
-Somos las hojas muertas.
-Las acompaño en su sentimiento ?dije. Eso fue lo único que se me ocurrió decir.
-No somos hojas de árboles ?siguieron-. Las hojas más muertas entre las hojas muertas somos las hojas de los libros no leídos. En estos tiempos una biblioteca es casi siempre un gran bosque de hojas muertas. Si la gente leyera, cada libro sería igual que un árbol de hojas vivas capaz de dar grata sombra y provechoso fruto. Pero muy poca gente lee libros, por eso casi todos son una tumba de hojas muertas.
-Las acompaño en su sentimiento ?dije otra vez. Eso fue lo único que se me ocurrió decir.
¡Hasta mañana!..