Los libros enseñan cosas aun sin leerlos.
El otro día estaba yo en una librería. Llegó un empleado y dijo al dueño:
-Señor: acaban de llegar seis paquetes con Biblias. El camión que las trajo está ahí afuera.
-Muy bien -ordenó el librero-. Tráelas en el diablito y ponlas en la bodega.
Soy despacioso de caletre, y así, de pronto, no me di cuenta de lo humorístico de la situación. En México un "diablito? es un pequeño carro de dos ruedas que se usa para cargar cosas y llevarlas de un lugar a otro. Un diablito iba a servir para cargar las Biblias.
Yo llevo dentro un diablo pequeñito -que es cosa distinta de un diablito-, el cual me mueve a veces a hacer cosas que el angelito que va también en mí reprueba meneando la cabeza.
Pero el pequeño diablo es también un diablito que me ayuda a cargar lo bueno. Si no fuera por él quizá no haría cosas que el angelito aplaude jubiloso guiñándole un ojo cómplice al diablillo.
¡Hasta mañana!..