Me habría gustado conocer a Josefina Pérez de García, poetisa jalapeña del pasado siglo.
Cuando se presentó en el Liceo "Hidalgo? de la Ciudad de México se puso en los cabellos una miríada de cocuyos que había llevado de su tierra nativa. Mientras decía sus versos en la sala en penumbra los cocuyos encendían y apagaban su tremulante luz por el jardín de aquella espléndida melena. "... Parecía -escribió cierto cronista- que en su cabeza alguien había derramado estrellas...?.
Ni la divina Sarah ni la Duse deben haber tenido nunca un maquillaje de tanta poesía como el que se inventó la veracruzana Josefina Pérez. Yo la imagino recitando sus poemas y veo sus ojos, profundos como las noches de Jalapa, iluminados con la misma luz que pone en las tinieblas el brillo de los cocuyos amorosos.
¡Hasta mañana!..