Cuando salta la liebre entre el sembrado pienso en aquella liebre cuya vida acabó con un disparo de mi rifle calibre 22.
Yo no sabía entonces que la vida es sagrada. No sólo la vida de los hombres: la vida de todas las criaturas. ¿Qué cadena de vida, me pregunto ahora, interrumpió aquella bala disparada por mi inconsciencia y por mi vanidad? ¿Cuántos lebratillos, tibios como vellón de oveja, no nacieron, vivieron y crecieron, y generaron luego otros lebratos, porque yo asesiné la vida que les hubiera dado vida?
Cuando salta la liebre entre el sembrado, con ella llega el recuerdo de aquella liebre que maté con mi rifle calibre 22. Me posee un desolado sentimiento de vergüenza, y no sé a quién pedirle perdón por esa culpa.
¡Hasta mañana!..