En el café un hombre solitario pasa la tarde viendo a través de la vidriera.
En el cristal mira una sombra como de mujer, y siente un calosfrío de inquietud. Es que esa vaga sombra la ve todos los días. Llega de pronto, de ninguna parte, y a ninguna parte se va después que vino.
Ahora está vacía la mesa de aquel hombre solitario que pasaba la tarde bebiendo su café. En la vidriera ya no mira aquella sombra esfuminada.
Otro hombre llegará a ocupar el sitio de ese hombre, y otra sombra pasará igual a la otra sombra.
Todos los hombres son el mismo hombre. Todas las sombras son la misma sombra...
¡Hasta mañana!..