-Soy el infiel.
Así dijo de buenas a primeras.
No supe qué responder. Nadie se presenta así, con una confesión. Le pregunté:
-Infiel ¿a quién?
-Siempre se habla del fiel de la balanza -respondió-. Pero todo en el mundo tiene su contrario, y sin él no podría existir. Hay verdad porque existe la mentira. El bien es posible porque hay mal. De no haber vicio no podría haber virtud... La balanza tiene fiel porque atrás estoy yo, el infiel de la balanza. Nadie me ve, pero eso no me importa.
-Lo felicito -le dije sinceramente conmovido-. Es usted un infiel bastante fiel. ¿Puedo llamarlo ?el fiel infiel de la balanza??
Me autorizó a llamarlo así, y luego se fue por el camino. Aún le guardo afecto, por su desinterés. Cada vez que se habla del fiel de la balanza yo recuerdo al fiel infiel de la balanza.
¡Hasta mañana!..