Las dos eran escritoras. Se llamaban Simone las dos. Simone de Beauvoir y Simone Weill.
Las dos conocieron en la Segunda Guerra los horrores de los campos de concentración, infiernos en la tierra hechos por Hitler.
Decía Simone de Beauvoir:
-¿Cómo puedo creer que hay un Dios si viví el espanto de un campo de concentración?
Decía Simone Weill:
-Después de lo que vi en el campo de concentración no puedo menos que creer en Dios.
A unos el sufrimiento los lleva a la desesperanza. A otros los pone en el camino de la fe.
Yo deseo vivamente que cuando el dolor llame a mi puerta -alguna vez por fuerza llamará- pueda recibirlo con la serenidad de aquel que sabe que la razón no puede entender el sufrimiento, pero la fe sí.
¡Hasta mañana!..