El barquero recibió la misión de pasar la gente al otro lado del río. Pero el barquero abandonó la barca: pensó que había cosas más importantes qué hacer. La ribera se llenó de gente que no tenía ya quién la pasara a la otra orilla. Muchos fueron en busca de otras barcas.
Un hombre reprendió al barquero. Le dijo:
-Hay muchos trabajos diferentes, y muchos trabajadores. Si tú aceptaste el trabajo de barquero debiste ser barquero, y no pretender hacer el trabajo que corresponde a otros trabajadores.
El barquero, arrepentido, entró en el templo para oír hablar de Dios y así encontrar consuelo y paz. Pero en su sermón el cura no estaba hablando de Dios: estaba hablando de la actualidad política.
-Vaya -se dijo el barquero con tristeza-. Parece que no soy el único barquero que abandonó su barca.
¡Hasta mañana!..