Silepen. Glacis. Bella Helena. Kardino. Merker. Alba. Lotus. Momo. Meriflame. Pelfi. Prince of Orange...
Seguramente mi abuela nunca supo que hay todas esas variedades de geranio. Ella cultivaba los suyos en macetas que hacía con las tinas que el uso agujereaba, y los cuidaba con el mismo esmero que a sus canarios y gorriones.
A cambio de sus cuidados los geranios le regalaban flores encendidas, y las aves le daban su canción. Las pequeñas criaturas poseen la sabiduría del agradecimiento, que a veces los hombres olvidamos.
Ahora veo un geranio, o escucho el aria de un pájaro canoro, y evoco a la madre de mi madre. Las flores también florecen en recuerdos, y las canciones en nostalgias.
¡Hasta mañana!..