Llega el viajero a Brujas, y desde el puente mira los lentos cisnes que van por el canal. Todo es quietud y calma. No llegan hasta aquí las voces de la gente. El agua es tersa luna que refleja los antiguos muros de la ciudad y la azulina claridad del cielo.
¿Cuántas veces ha estado en Brujas el viajero? No lo recuerda ya. Regresa siempre como se vuelve a un sitio amado. Aquí tiene memorias de corazón que pasan lentas, como los cisnes, en silencio.
Y es que el viajero tiene la sabiduría del retorno. Gusta de encontrarse de nuevo en el lugar donde una vez se halló. Es como hallarse a sí mismo, como recuperar algo que ahí dejó un día.
La verdad es que todo es un regreso. Alguna vez nos iremos de este lugar llamado vida, y alguna vez retornaremos a él. En eso piensa el viajero mientras mira pasar los lentos cisnes por el espejo del canal..
¡Hasta mañana!..