Frente al tablero los ajedrecistas juegan su dilatado juego.
Juegan el juego eterno de la guerra, el más humano juego, el más mortal. Mueven con lentitud las piezas: el torpe rey, la torva dama, el sesgo alfil, el curvo caballo, la estólida torre... Y mueven el humilde peón.
Afuera el mundo gira con su carga de cosas y de gentes. Pero los enconados jugadores no están en este mundo. Están haciendo cálculos que los llevarán a la victoria.
De pronto caen dos peones del tablero. De pronto dos hombres caen del mundo. Nadie advirtió la caída de los peones. Nadie ha advertido todavía que los hombres no están ya frente al tablero.
¡Hasta mañana!..