En la neblina mi ciudad se vuelve un cuadro de Monet. Yo miro por la ventana a los que pasan, y son vagas siluetas diluidas en un tenue esfumino silencioso.
Se va el otoño, y llega ya el invierno. Digo esto por el año, no por mí, que vivo en un feliz verano de cosecha. Pero, si como dijo el manido pensador, el hombre es él y su circunstancia, en este momento yo soy también neblina.
Por la ventana pasa un corazón: el mío. Como el de la lotería, a veces no llega cuando lo necesito. Yo lo quisiera ahora, para evocar con él pasados tiempos. Pero él sale a la calle y se pierde a la vuelta de la esquina. No sé si va en busca de nieblas o de luz.
¡Hasta mañana!..