L U N E S
Bueno, ¡qué se le va a hacer!, el nuevo año (¡ya envejecerá, como todos!) se va presentando adolorido, dolores que le legara su antecesor y que a los mexicanos nos tienen sin cuidado, pues si algo tenemos a nuestro favor es que somos aguantadores.
Por lo pronto, eso del invierno nanay, sobre todo a la intemperie.
Algunas casas son otra cosa. En ellas se alberga el frío y sus habitantes son los encargados de llevar a visitas y cafés y hasta a través de rápidos saludos callejeros el inocentón contagio de algún resfrío.
¡Ni modo! Así son nuestros inviernos, que lo son y no lo son, pues, ¿cómo lo va a ser éste con 19 grados a la sombra?
El peligro lo entraña el hecho de que al despertar uno cree la mañana como de invierno y, al vestirse se pone todo lo que tiene encima, y más se pusiera si más tuviera, para, luego, quieras que no, irse quitando, según el calor le aprieta al avanzar la mañana. Y los desesperados, todo de un golpe, lo que le traerá las consecuencias inevitables, de las que contagiará a sus familiares y amigos.
Pero, en fin, no deja de ser a todo dar poder andar en pleno Enero para acá y para allá, para arriba y para abajo, para todos lados casi con la misma ropa primaveral si no fuera por la invernal que recibiéramos de regalo por Navidad.
M A R T E S
Wilhelm Barents (murió en 1597) navegante y explorador holandés, jefe de la primera expedición que desafió el invierno ártico. Barents tomó parte en varias expediciones que buscaron el paso al nordeste entre 1594 y 1597. En su último viaje, en lugar de encontrar las costas de Tartaria, Catay y China, de las que le había enterado el sabio cosmógrafo Pedrp Plantius, su barco quedó aprisionado por los hielos al nordeste de Novaya Zemilya, la larga isla del Ártico ruso en forma de hoz. Él y su tripulación pasaron diez meses en una cabaña construida con maderas de deriva, que se encontró intacta en 1871. En Junio de 1597, mientras su barco estaba aún inmovilizado por los hielos procuraron ponerse a salvo en dos botes pero después de una semana Barents murió. Los supervivientes fueron eventualmente socorridos por rusos que los salvaron del escorbuto. Fueron más tarde recogidos por un barco holandés y al llegar a Amsterdam causaron una verdadera conmoción con sus atavíos propios de las regiones árticas. El monumento conmemorativo de Barents es precisamente el nombre geográfico de ?mar de Barents? entre Novaya y Zemilya y el cabo norte.
M I É R C O L E S
BECCARIA, Marqués de (1738-1794), enemigo brillante y persuasivo de la pena capital y de la tortura judicial, a quien su du día llamaron ?el defensor y protector de la humanidad?. A él le parecía absurdo ? escribía en su famoso libro ?Acerca de Crímenes y su Castigo (1764) ? que ?las leyes que son una expresión de la voluntad popular, que aborrecen y castigan el crimen, cometieran, a su vez, asesinatos?.
Beccaria nació en Milán de familia de jueces, soldados y clérigos.
Según él ocho años de educación rígidamente religiosa sofocaron todos sus sentimientos humanitarios. No pudo encontrarse a sí mismo hasta después de leer a Montesquieu y a los enciclopedistas franceses. Su amistad con un culto y joven gobernador de una prisión le hizo adquirir un conocimiento poco común de lo que eran las torturas, las acusaciones secretas, la Inquisición religiosa y la muerte por los más pequeños delitos.
En su libro arguía contra la venganza legalizada. El crimen ha de medirse por el daño causado a la sociedad, y los castigos no son justos a menos que la ley adopte los mejores medios para prevenir el crimen que castiga. La abolición de la pena capital en muchos países ha sido debida a la clara defensa y a los argumentos de Beccaria.
J U E V E S
VITUS BERING, navegante danés al servicio de Rusia, descubridor de los estrechos que llevan su nombre. A principios de enero de 1725 ? escribe Nartov, cronista de los últimos días de Pedro el Grande ? Pedro se dio cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida . . . Con sus propias manos escribió las instrucciones referentes a la expedición de Kamachatka, que habían de determinar la relación entre Asia y América, pues se ignoraba si el área del norte del Pacífico era tierra o agua, o si Asia y América estaban unidas. ?Ahora que el país no corre ningún peligro por parte de sus enemigos hemos de procurar ganar para él algunos laureles en el terreno de las artes y de las ciencias?, dijo Pedro, dando instrucciones que debían de cumplirse para después de su muerte. ?Al buscar algún estrecho hacia China y la India pasando por el mar Ártico, ¿quién sabe si seremos más afortunados que los holandeses y los ingleses que han hecho tantos intentos por el estilo a lo largo de la costa americana?
En 1728 consiguió Bering navegar alrededor de la punta oriental de Asia. Supervisó muchas expediciones que tenían por objeto descubrir la costa norte de Siberia.
En 1740-1741 cruzó el estrecho de Bering en dirección a la costa americana, exploró parte del litoral de Alaska y murió al regresar.
V I E R N E S
CHARDIN, Jean Baptiste Simeon (1699-1799). Cebollas, pan, melocotones, liebres, objetos de loza, ollas de cobre brillantes, unos naipes sobre la mesa: todo esto lo trasladó al lienzo este pintor francés de la poesía de la vida doméstica, con tanto cariño y cuidado como otros pintores han dedicado a los enamorados y a los paisajes.
En los cuadros de este pintor humilde, parisiense convencido que apenas salía de la urbe, se halla fuertemente revelada la preocupación francesa por la pintura, preocupación, que llega hasta Cézanne, y que de éste trasciende al español Picasso, y a los pintores de hoy. ?¿Quién no ha sentido las dificultades de su arte no hace nada que valga la pena??, observó Chardin en un discurso dirigido al Salón. El había sentido las dificultades profundamente, y no permitía que nadie le viera trabajar; no, como escribió un contemporáneo, porque deseara ocultar algún procedimiento misterioso de su técnica sino porque prefería que nadie viera ?los tanteos? , el esfuerzo penoso, la angustia que experimentaba en los momentos que procedían al nacimiento de su obra.
S Á B A D O
De Prosper Merimée, autor de Carmen 1803-1870, que gracias a la música de Bizet se convirtió después en ópera, se repite una gran verdad, que dejó sentada en una conversación con la Emperatriz Eugenia, de cuya
familia era amigo. Dijo: Cuando le decimos hermosa a una mujer fea, en nada le cambiamos las facciones, pero en algo le cambiamos el alma, y al ser el rostro el espejo del alma, se le embellece.
Esto es tan verdad, que un jefe de empresa norteamericano contaba esta experiencia suya. Tuvo una secretaria fea, francamente y con complejo de fealdad, cosa que le impedía sacar fruto de sí misma. Pero trabajaba bien. Y un día su jefe le dijo: Perdone que se lo diga, pero este vestido que lleva usted hoy es muy bonito; la felicito. Observó el jefe que los días siguientes la secretaria fea vestía más cuidadosamente. Otro día le alabó el peinado, como de paso, sin darle importancia, y observó que desde entonces se peinaba mejor. Y, por fin, un día le dijo:
Hoy está usted realmente guapa, señorita Anny. Y le ruego que me perdone el atrevimiento.
Y, al día siguiente, a la señorita Anny, si no estaba realmente guapa, le faltaba para estarlo mucho menos que tiempo atrás.
Y D O M I N G O
Ser escritor de veras no es emplear más que unas cuantas docenas de palabras predilectas. Para encontrarlas hay que invertir las tres cuartas partes de la vida. RICARDO GARIBAY