El Cairo.- Cuatro momias faraónicas y siete de grandes sacerdotes y sus esposas han sido adecentadas y rejuvenecidas y son ahora expuestas al público por vez primera en el centenario Museo Egipcio.
Las momias son exhibidas en una sala de la segunda planta del Museo Egipcio de El Cairo, que cuenta con aire acondicionado -privilegio que no existe en los demás salones del museo- y con una tenue iluminación que infunde a los visitantes un respeto casi sagrado ante las milenarias personalidades que allí habitan.
Con esta nueva colección, son ya 22 las momias humanas que se exhiben en el Museo, pues se añaden a las once que desde hace diez años ocupan la famosa "Sala de Momias", una de las atracciones principales del museo.
La visita a las dos salas, no incluida en la entrada principal al museo, costará 100 libras egipcias, unos 13 euros.
Las vitrinas donde descansan las nuevas momias "están equipadas con un moderno sistema regulador de la temperatura y la humedad, para impedir el desarrollo de parásitos y bacterias en esos cuerpos", explicó Wafa al Sediq, directora del museo.
La sala ha sido diseñada con un cielo abovedado, al estilo de las tumbas faraónicas donde yacían desde hace milenios en la ribera occidental del Nilo, que es la de la muerte, a diferencia de la orilla del este, la de la vida, donde se ubicaban los templos y palacios del antiguo Egipto.
"Las once momias debutan esta vez con un aspecto mejor gracias al tratamiento que recibieron de parte de expertos", comentó Sediq.
Recordó que cuatro de ellas son de los faraones Ramsés III, Ramsés IV, Ramsés V y Ramsés IX, perteneciente a la dinastía XX (1183-1070 a.C.)
"Ramses III fue el faraón que logró expulsar a las huestes invasoras que llegaban a Egipto del sur de Europa a través del mar Mediterráneo. Murió probablemente envenenado por su esposa en una conspiración", recordó la directora.
Las otras siete momias pertenecen a dos grandes sacerdotes, dos mujeres de uno de ellos, la esposa de otro importante clérigo, y dos sacerdotisas, todos de la dinastía XXI (935-1064 a.C.), indicó a Efe, por su parte, la egiptóloga Omaima al Hasanein, una de las responsables de la conservación de piezas del museo.
Los dos grandes sacerdotes son Pinudjem II y Djedptahiufankh, que gobernaron como faraones durante la dinastía XXI (935-1064 a.de C.) en Tebas, la antigua capital de Egipto, que estuvo ubicada en lo que ahora es la ciudad de Luxor, a unos 700 kilómetros al sur de El Cairo.
Las momias "femeninas" pertenecen a Isetemkheb y Nesikhonsu, esposas de Pinudjem II; Henettawy, mujer del gran sacerdote Penudjem I; y a las grandes sacerdotisas Nodjmet y Maatkare.
"Durante el proceso de restauración de Isetemkheb, los exámenes radiológicos demostraron que sufría de artritis y caries en su dentadura", comentó Hasanein, que destacó que las momias de las cinco mujeres son las que han acaparado la atención de los visitantes.
Entre esas últimas destaca Nodjmet, por sus atractivos ojos postizos de piedra pintada con color blanco con una pupila oscura en su centro; su peluca y sus cejas naturales, lo mismo Nesikhonsu, por sus coquetas trenzas injertadas en su cabeza, resaltó la egiptóloga.
La sacerdotisa Maatkare, por su parte, que tiene una máscara sobre su rostro y tres amuletos de cuero sobre su pecho, suscita la simpatía del público por la momia de un pequeño mono que le acompaña, y que fue descubierto junto a ella.
"Todas esas momias, que fueron descubiertas en 1881 en un escondrijo de la ribera oeste del Nilo en Luxor, fueron escondidas ahí por Pinudjem II tras restaurarlas, a fin de protegerlas de los saqueadores de tumbas de la época" recuerda Hasanein.
Por último, afirmó que esos grandes sacerdotes, dedicados al culto del dios Amon, gobernaron como reyes en Tebas después de la división que se generó entre ellos y los faraones de la dinastía XXI, que tenían su capital en Tanis, que estuvo situada en la provincia de Al Sharquiya, al noreste de El Cairo.