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México.- Algunas obras que conforman el espacio coral que era de acceso exclusivo al clero y a algunos personajes de la vida civil en el siglo XVIII, en lo que ocupa la Basílica de Guadalupe, serán presentadas al público por primera en el Museo de la Basílica de Guadalupe.
La muestra se llama "Guadalupe arte y liturgia. La sillería de coro de la colegiata".
Pinturas, piezas de ofebrería, esculturas, planos arquitectónicos, fotografías y la totalidad del mueble recuperado, así como 69 tableros de las 77 sillas que integraron este coro y que fueron elaborados por el taller de Francisco A. Anaya, entre 1754 y 1756, son algunas de las obras que se exhibirán al público hasta abril de 2007.
La investigadora y curadora de la muestra, Martha Reta, explicó que estas piezas que conforman el coro de la colegiata permanecieron resguardas durante varias décadas, una parte en bodegas y otra en el mismo recinto, hasta hace cuatro años.
La doctora en Historia del arte y profesora del Colegio de Michoacán, Nelly Sigaut, y un equipo de investigadores de la Basílica de Guadupe, entre ellos Martha Reta, iniciaron un estudio sobre ese lugar.
El estudio consistió en determinar el uso que le había dado el clero a este coro guadalupano durante la etapa virreinal, así como las diferentes modificaciones y destinos que tuvo a lo largo de estos dos siglos.
La investigación ya concluyó, dijo, y junto con la inauguración de la muestra se presentará el libro en el que se plasman los pasos de las investigaciones que se realizaron a lo largo cuatro años, así como el resultado de las mismas.
El paso siguiente, explicó, es encontrar un espacio dentro del museo Guadalupano donde se ubicará este coro -actualmente desmontado- así como su restauración, que aún está pendiente de designar al o a los restauradores que se encargarán del trabajo.
Tras señalar que la exposición se lleva a cabo en el marco del Año Jubilar Guadalupano, a manera de contexto explicó que hace poco más de 250 años (1749) el santuario del Tepeyac fue elevado al rango de colegiata, lo que significa que para dirigirlo y atender a los fieles habría un cabildo o grupo de sacerdotes que trabajarían bajo el mando de un abad.
De acuerdo con la información disponible, se sabe que este grupo de sacerdotes dirigidos por el abad, durante las misas más relevantes, tomaban asiento en un mueble tallado en madera colocado a la mitad de la nave o pasillo central, que era la sillería del coro y que fue retirada en 1895.
Este hecho, continuó Reta, implicó una serie de modificaciones en sus espacios de culto, entre ellas, la construcción del mismo coro para el rezo del oficio divino y de su correspondiente sillería.
En esta exposición, agregó, se cuenta parte de la historia de la sillería de coro que está desmontada. Por lo tanto, el visitante encontrará el mueble fragmentado a lo largo del recorrido y hará uso de su imaginación para reconstruirlo, ubicándolo en tiempo, espacio y conformación.
A lo largo de la historia, el coro ha sufrido un destino azaroso, ya que fue removido, modificado, mutilado, reutilizado, removido parcial o totalmente, e incluso hubo la destrucción de las sillerías de coro, pues en muchos templos -ya fueran europeos o americanos- tenían que buscarse diversas soluciones arquitectónicas a los espacios corales para que se adecuaran a las necesidades propias de cada lugar.
Entonces, la muestra propone un recorrido a través de cuatro núcleos temáticos donde primeramente se exhiben los retratos de los personajes más importantes que hicieron posible la erección de la colegiata.
El segundo núcleo, desplegado en el espacio de la sacristía del antiguo templo, exhibe objetos relacionados con la liturgia eucarística y el rezo del oficio divino en Guadalupe.
El tercero, con más contenido que obras expuestas, invita al espectador a adentrarse en el destino que sufrió el mueble coral en sus desplazamientos a lo largo de casi dos siglos.
El cuarto y último núcleo, concentra los tableros que no sólo decoraban la sillería, sino que desplegaban un discurso laudatorio -o de alabanza- a la Virgen María en cada una de sus imágenes talladas en maderas de cedro, ébano y caoba.
Son 69 de 77 tableros, que presumiblemente integraron el mueble en su origen, explicó la curadora y que serán exhibidos por primera vez al público, pues este espacio coral era de acceso exclusivo al clero y para algunos personajes de la sociedad que gozaban de un alto rango.