Para mí, la economía es una ciencia tan desconocida como la mecánica cuántica. Sin embargo, llego a comprender que los tres ejes principales de la economía mexicana son el petróleo, el turismo y las remesas.
Aunque Coahuila no es un Estado pobre en cuanto a recursos, en él abunda la pobreza y el subdesarrollo. Esto se debe, en parte, a un desfile interminable de gobernantes preocupados en su propio bienestar, dejando a un lado los intereses ciudadanos. Por otro lado, en Coahuila abunda la pobreza pues no contamos con esas tres fuerzas financieras: el petróleo, las remesas y el turismo.
En la entidad desconocemos los beneficios de contar con yacimientos petroleros. La naturaleza nos negó la bendición de contar con este preciado recurso, para cuya extracción es necesaria la contratación de miles de trabajadores.
En cuanto a las remesas, por fortuna recibimos muy poco en comparación de otros estados. Digo que esto es una fortuna, pues si los coahuilenses nos quedamos en nuestro territorio, podremos trabajar todos juntos para elevar el nivel de vida en la entidad.
De ninguna manera es deseable que un coahuilense emigre a Estados Unidos, pues eso es sinónimo de discriminación, malos tratos, de una angustia constante y sobre todo, de una cotidiana violación a sus derechos como seres humanos. Sin embargo, no puede negarse que la emigración a Estados Unidos se ha convertido en un fenómeno que ha mantenido a flote a la economía mexicana.
Estadísticas del Banco de México establecen que de los 20 mil millones de dólares que recibió el país por concepto de remesas durante el año pasado, 140 millones provinieron de los 35 mil 108 emigrantes coahuilenses que viven en Estados Unidos. Aunque son pocos emigrantes en comparación a entidades como Michoacán o Zacatecas, el flujo de remesas de los coahuilenses radicados en el extranjero ha mostrado un constante ascenso en los últimos años.
Es una lástima, decía, no contar con pozos petroleros, ni con un alto nivel de remesas, sin embargo, resulta inexplicable que no contemos con ingresos mayores por concepto de turismo.
Es cierto que Torreón no es Cancún, y Saltillo no es ni por mucho comparable a la Ciudad de México en cuanto a sus atractivos turísticos. No contamos con una selva Lacandona, ni con pirámides como las de Chichén Itzá. Pero eso no es impedimento para contar con visitantes que permitan la generación de empleos y una derrama económica importante.
En la presente Administración estatal, la oficina turística fue elevada al rango de Secretaría. Esto es una muestra del interés del Gobierno por fomentar la afluencia de visitantes a nuestras tierras. Sin embargo, las actividades de la dependencia no se diferencian en mucho a lo hecho en el pasado.
La oficina a cargo de Hilda Flores Escalera, dedica su dinero y esfuerzos para promover las dunas de Bilbao, entre otros atractivos del estado. La única novedad en cuanto a sexenios anteriores, es que la Secretaría de Turismo promueve también la asistencia al Museo de Historia Mexicana, en Monterrey, pues desde esta dependencia se hicieron decenas de llamadas para invitar a la presentación del libro El cambio que no llegó, de Rogelio Montemayor, la cual se realizó en dicho recinto.
Si Hilda Flores y su gente no sabe cómo obtener más recursos por medio de las actividades turísticas, la clave está en la capital de Nuevo León: construir espacios con la tecnología y servicios adecuados para la realización de convenciones.
Torreón en cierta medida conoce los beneficios de esta actividad, sin embargo, queda mucho por hacer. En cuanto a Saltillo y otras ciudades del Estado, las convenciones se limitan a los espacios que ofrecen hoteles y otros recintos, resultando en ocasiones insuficientes para atraer eventos de mayor envergadura.
Llama la atención que en Saltillo, en lugar de edificarse un Centro de Convenciones, lo destruyen para ubicar en este espacio dependencias estatales.
Es importante promover los atractivos del estado, pero más importante es crear nuevas fuentes turísticas. Si las autoridades siguen el consejo que humildemente ofrezco, revivirán la actividad hotelera, restaurantera y comercial en las principales ciudades de Coahuila y sobre todo, se dará un cumplimiento parcial a la principal promesa de Moreira: crear empleos.
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