Lanzan cabezas de siete individuos en una discoteca de Michoacán; una de las cabezas, lleva un mensaje a alguien amenazando con seguir la violencia, el espectro es horroroso. La Policía de Nuevo Laredo es acuartelada y la Federación toma el control de las calles, la ley de la selva es la que manda. Acapulco es zona de guerra, el alcalde Félix Salgado Macedonio declara incluso que teme por su propia seguridad personal. Sinaloa: un día aparece un cadáver con el tiro de gracia y otro día también.
La lista puede seguir: México es hoy un rehén del narcotráfico, de eso no hay duda. Y las noticias de extrema saña en los asesinatos en cantidades alarmantes, parece que ya se han convertido en un hábito para todos. Hoy uno de los problemas más graves que existe, es que simplemente el Estado no puede hacer valer la ley y ésta ha languidecido y los ciudadanos están a merced de los poderosos y el narco tiene muchísimo dinero, por ende, mucho poder.
Habrá quien podrá decir que esto es igual en todo el mundo, las sociedades son cautivas del miedo y la violencia que los narcotraficantes infunden en su proceder. Pero hay una diferencia: mientras en muchas naciones del primer mundo ?Estados Unidos es la primera de todas- tienen problemas profundos de adicción, su problema es eminentemente de salud pública, sin menospreciar todos los que además genera.
Es innegable la existencia de la corrupción en sus autoridades como en las nuestras, pero al menos, su notabilidad es algo menor ante el común de la gente. Allá, en el norte, por lo menos existe un respeto a las policías de los habitantes promedio. Aquí, a veces uno no sabe de quién cuidarse más.
Desafortunadamente, en asuntos de narco en un país como el nuestro, la cosa es mucho peor. Desde hace ya algunos años los usos en ese mundo del pago por servicios se ha modificado. Antes las carretas de dinero era lo que predominaba, pero últimamente los métodos cambiaron, y hoy se paga mucho con mercancía, lo que ha generado un disparo de narcomenudeo mayúsculo, merced que quienes reciben en pago en ?mercancía? buscan colocarla en un creciente mundo de consumidores, lo que está enfermando a nuestra juventud toda a mayor velocidad.
Sin embargo, las características de la República Mexicana nos sitúan en el peor escenario todavía: somos los mexicanos muy poco proclives al respeto de las leyes en general; además, la corrupción es un vicio arraigado entre nosotros, hay que aunar los terribles márgenes de pobreza y para rematar, ser el puente geográfico natural hacia el mayor mercado consumidor de droga. Todos estos elementos deben considerarse cuando se analiza toda la cauda de problemas que genera el tráfico de estupefacientes en territorio mexicano.
Es una tragedia social, no hay duda de ello. Pero el peligro de la rampante violencia ha llegado a la puerta de la casa de La Laguna. Las ejecuciones con toda premeditación de los jóvenes Carlos Gavira Zapien y de Elfego Rodríguez Galarza en plena luz del día y en medio del tráfico cotidiano en el vado, debe encender los focos de alerta máxima a todos. Los hechos terminaron hasta con una tercera víctima, Perla Karina Gavira Zapien, hermana del primero. La edad de la mujer ?apenas dieciocho años- no hace más que evidenciar que en ese mundo la crueldad no tiene límites.
Por ello la alerta, la temible y constante ola de violencia en esos niveles era nota de pueblos distintos a los laguneros, pero cada vez más comienza a haber indicios que en la Comarca se ha convertido en uno más de los territorios del miedo.
Hay muchas voces que claman por que las autoridades pongan un freno real al asunto, la comunidad mostrará si tiene capacidad de hacerse escuchar y obligar a sus gobernantes a que les brinden la protección a la que todo mundo tiene derecho. Hoy por lo pronto hay mucho de qué preocuparse.
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