Exponen en la galería Helly Nahmad cuadros del pintor creados entre 1955 y 1961.
EFE
Londres.- La galería Helly Nahmad de Londres muestra desde hasta el 28 de febrero al Picasso más íntimo en una exposición dedicada a su producción entre 1955 y 1961, sin duda uno de los períodos más felices de su vida.
Titulada "Picasso La Californie", la exposición reúne una veintena de obras de esa etapa, incluidas algunas de su famosa serie de "Mujeres de Argel", casi todas ellas adquiridas a lo largo de los años por esa destacada familia de marchantes.
Cuando ocupa la villa La Californie, en Cannes (sur de Francia), Henri Matisse acababa de morir, y Picasso de pronto parece sentirse libre para reflejar sin prejuicios ni celos la influencia de su rival, algo que se observa en el gusto por el vivo colorido y el carácter fuertemente ornamental de esos lienzos.
Los extravagantes interiores de aquella enorme villa, con sus jardines extensos y sus espaciosos estudios, le abrieron enormes posibilidades para el ejercicio de su pintura y sus otras actividades creativas.
Sus enormes habitaciones, de techos altísimos, eran otros tantos espacios donde el artista podía pintar o trabajar en sus grabados, sus cerámicas o sus esculturas, pero también recibir a marchantes o coleccionistas, pero sobre todo a sus amigos poetas o refugiados de la España de Franco.
Como señala la experta Marilyn McCully en el catálogo, profusamente ilustrado, que acompaña la exposición, aquellos años están asociados sobre todo con Jacqueline Roque, la mujer que compartió la vida del artista hasta su muerte en 1973.
La imagen de Jacqueline domina en efecto muchas de las obras reunidas por la galería, comenzando por la citada serie de "Mujeres de Argel".
Inspirada en Delacroix, es la primera de la serie de variaciones en torno a la obra de viejos maestros que realizará Picasso durante esos años.
En esa serie, de ambiente y colorido orientalista, Picasso recompone los distintos elementos de la obra original de Delacroix, incluidas las mujeres del harén, aunque varía la escala de las figuras y las relaciones espaciales entre ellas.
Picasso compró La Californie pese al estilo decididamente pretencioso y recargado de muchos de sus elementos decorativos porque apreciaba sobre todo su gran espaciosidad, la seguridad de las verjas que la rodeaban y su espléndido jardín aterrazado.
En los cuadros de interiores que pintó, a veces sin personajes, otras con Jacqueline de perfil, sentada en una mecedora, asoman siempre a través de las ventanas palmeras y árboles frutales, transmitiendo una sensación de vida y elemental felicidad.
Una felicidad que se refleja en otras imágenes de aquellos años como las de los niños jugando o dibujando: Picasso y Jacqueline se llevaron consigo a los hijos del pintor Claude, Paloma y Maya y a la hija de aquélla, Cathy.
"La Californie" era "un mundo maravilloso para los niños, en el que no existía la palabra "no", ni siquiera cuando, revoltosos, los pequeños trasteaban entre las máscaras, los sombreros y disfraces tan caros al artista, según David Douglas Duncan, que fotografió a Picasso numerosas veces en aquel ambiente familiar y distendido.
Douglas Duncan, que asistió hoy a la inauguración de la exposición londinense, explicó a EFE que conoció a Picasso gracias a Robert Capa, fotógrafo de guerra igual que él, y que su amistad duraría diecisiete años, hasta la muerte del artista.
La celebridad de Picasso por aquellos años comenzó a molestarle cada vez más al artista, que no podía caminar por la playa sin que se le acercaran extraños, lo que le llevó a comprar en 1959 el castillo de Vauvenargues, cerca de la mítica montaña de Sainte-Victoire, tantas veces pintada por Cézanne.
Como recuerda la historiadora Marilyn McCully, aunque Picasso y Jacqueline podían escapar allí de vez en cuando, sin emargo, nunca consideraron aquella residencia como su casa, y poco después de su boda, en 1961, Picasso adquirió una villa más privada en Mougins, que sería ya su último estudio.