Durango

Mujer al volante, un reto constante

Después de impartir clases por 10 años, Irma de la Cruz decidió aventurarse y decidió conducir un taxi.

El Siglo de Durango

Desde hace cuatro años, dos meses y 15 días, detrás del volante se gana la vida. Docente por vocación, ostenta una licenciatura para enseñar español pero su carrera no le dio las satisfacciones que ella pensaba, así que ahora labora más de diez horas diarias para mantener a su hija adolescente, su madre y una hermana.

Y es que ante el duro panorama del desempleo, Irma Yolanda de la Cruz Villaseñor se aventuró a incursionar en un ambiente que aún no es muy común para las mujeres: ser chofer de un taxi.

Lleva muy bien la cuenta de los días que han pasado desde que decidió cambiar de rumbo y dejar las aulas para subirse en un coche y trasladar a la gente desde las 6:00 horas hasta las 11 de la noche. El camino no es sencillo, abrirse paso en un escenario dominado por los varones ha sido todo un reto.

Durante diez años se dedicó a impartir clases en escuelas particulares y se percató que el pago era poco, las exigencias muchas y además, como era estricta, los alumnos se desquitaron más de una vez con su carro. De modo que al ver ese contexto, optó por conseguir otra fuente de ingresos.

Indica que un día, viendo televisión, se enteró del asesinato de una jovencita, quien fue víctima de unos taxistas. Meditó en el peligro constante que implicaba para las féminas el transporte público y resolvió incursionar en ese ámbito laboral.

Así que solicitó una oportunidad, primero en el Sindicato Alianza, luego en la CTM, en donde sus aspiraciones fueron desechadas. Y después de tres meses de insistir, le abrieron las puertas en la Unión de Transportistas ?Lic. Benito Juárez?.

Enseguida tuvo que presentar varias pruebas para obtener la licencia de chofer ante la dependencia competente, trámite en el que también se enfrentó a cierta renuencia. Al final, con persistencia, alcanzó su meta.

A partir de ese momento su existencia ha transcurrido en el rodar de las llantas de su vehículo, acumulando cientos de anécdotas. Recuerda que en alguna ocasión, un hombre que aseguraba era empleado de Gobierno en cuanto vio que era mujer le exigió que le mostrara su documentación, petición a la que ella no accedió, pues no tenía ninguna obligación de hacerlo.

El pasajero le señaló que las mujeres no servían para otra cosa que tener hijos y criarlos, así que Irma Yolanda, sin más preámbulos, lo bajó del coche. ?Estamos en un país libre, tengo derecho de trabajar?, define la taxista al acordarse de este capítulo.

A excepción de ese incidente, dice que la gente que utiliza sus servicios se dice sorprendida cuando la ve por primera ocasión.

Tiene cuatro hermanas y un hermano. Es oriunda de Canatlán y rememora que su papá poseía cuatro camiones de ruta que venían a Durango. La mentalidad de su progenitor era que las mujeres no debían estudiar, pues tarde o temprano se casarían.

Ella fue la única que se preparó academicamente, aunque los frutos de su esfuerzo no han sido cosechados. Desde hace nueve años presentó su documentación ante la Secretaría de Educación; no obstante, jamás la han considerado ni siquiera para un interinato. Sus esperanzas de poder conseguir un trabajo en la administración estatal se agotan, ya que el tope máximo de edad para hacerlo son 45 años, y a ella sólo le quedan dos para cumplirlos.

PREJUICIOS

A pesar del tiempo transcurrido, Irma Yolanda sigue desafiando a una cultura que no se acostumbra a verla como chofer. Por parte de su sindicato percibe que tiene todo el respaldo, sus compañeros la consienten y la apoyan.

Rodeada de cientos de hombres, debe ser prudente y marcar su distancia para que no se preste a malos entendidos, ya que, comenta, algunos ?son muy volados?.

A veces sus homólogos de otros sindicatos la quieren asustar cuando maneja y se acercan demasiado simulando que van a chocar para ponerla nerviosa. Ya ha aprendido de estas prácticas y no les tiene miedo.

?Es que a las mujeres nos siguen teniendo en un concepto de menosprecio, de que no podemos hacer las cosas; durante todo este tiempo, nunca he chocado ni nada?, expresa.

La duranguense reconoce que su labor implica un alto riesgo. Trabaja hasta la madrugada los fines se semana, pues no hay tiempo qué perder, tiene una familia qué alimentar; por eso, tampoco los domingos son de descanso.

De modo que los borrachos de vez en cuando hacen sus apariciones. Por fortuna, nunca ha sido atacada por alguno de ellos.

Le gusta platicar con sus pasajeros, para sentirse en confianza. Y pese a que en sus inicios no se sentía contenta con su trabajo, ahora, apunta que está enamorada de su actividad, a tal grado que pone en tela de duda si volvería a la enseñanza.

Al ser taxista carece de toda prestación, tiene que cumplir con la cuota que le pide su patrón y, además, sacar dinero para ella; es una tarea extenuante en ocasiones.

Antes su hija se mostraba muy contenta por su trabajo y en la actualidad el reclamo es que casi no la ve. ?A mí no me pesa mantener a mi mamá y a mi hermana que nunca se casó y pues no estudió. Cuando uno ayuda a los padres Dios se lo recompensa?, medita.

Y así, tras encomendarse al Todopoderoso cada día, sale de su hogar a hacer frente a la sociedad, olvidando las faldas y tacones, vistiendo su obligatoria blusa blanca y, por comodidad, pantalón. Debe soportar las inclemencias del clima, incluso hoy, Día Internacional de la Mujer.

Argumentos

Atestigua Raúl Medina Samaniego, líder del Sindicato Alianza, que no aceptan mujeres como choferes porque es una forma de protegerlas luego del asesinato de dos de ellas que eran taxistas hace cerca de 20 años.

El líder choferil confirma que es un acuerdo de asamblea el hecho de prohibir que las mujeres se desempeñen como taxistas, pues aunque fueron los primeros en permitírselos, las experiencias no fueron nada gratas.

Exterioriza que cuando los taxis se localizaban en sitios, dos mujeres desempeñaban este oficio de conductoras del servicio público y ambas fueron asesinadas de una forma traumática.

?En base a ello, mediante un acuerdo de asamblea y por el problema en esa época, se acordó que no podían andar trabajando en los taxis. Fue una situación muy difícil de superar, fueron muy sanguinarios los homicidios?, enfatiza.

?No es ninguna casualidad el hecho de que no queramos que participen, es por la situación tan difícil que vivimos. En esa época éramos 150 compañeros y ya teníamos dos mujeres como choferes. A Amalia Pánuco fue la última que asesinaron en el camino a El Nayar, la mataron con mucha saña. Es una forma de tratar de protegerlas, tenemos muchas compañeras titulares de las placas pero no trabajan en sus carros?, razona.

Datos oficiales

La Dirección General de Transportes del Estado (DGTE) asevera que no hay ningún impedimento para que las mujeres conduzcan camiones de ruta si así lo quieren, siempre y cuando cumplan con los requisitos.

-Del 2002 a la fecha han emitido diez mil 381 licencias para choferes del transporte público.

-De ese número, sólo diez han sido para mujeres.

-Para el servicio público de carga han otorgado mil 247 licencias.

-Para el servicio público de transporte han emitido nueve mil 89 licencias.

FUENTE: Víctor Manuel Castañeda Alvarado, subdirector de la DGTE.

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