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Mujer y poder

Cecilia Lavalle

¿Cómo se dan órdenes? ¿Cómo demonios ejerce una mujer la autoridad? Si eres suave y sonriente -?femenina? en la forma tradicional- los demás no cumplen las indicaciones, se toman como sugerencias. Y si te portas ?masculina?, firme, o te enojas si no te hacen caso, no sólo te sientes histérica, a todo el mundo le pareces una perra histérica.

Así reflexionaban en 1997 las directoras de teatro Isabelle Tardán y Sabina Berman tras un agotador día de trabajo (Dresser Denise, Gritos y susurros, Grijalbo, 2004).

Y estoy segura que así nos hemos sentido millones de mujeres cuando tenemos la autoridad, porque -como bien apuntaron las dramaturgas mexicanas- la dificultad para pensar en una mujer con autoridad es un problema cultural, para mujeres y para hombres.

A partir de esta reflexión Tardán y Berman decidieron hacer un documental para averiguar cómo sí podían ejercer el poder diez mujeres poderosas del país. En Televisa les propusieron mejor hacer una telenovela. En una empresa productora, el director les envió a tratar el asunto con su esposa. Y esa esposa tuvo la ?brillante? idea de entrevistar a mujeres poderosas en su cocina. ?Imagínate a la ex secretaria de Pesca cocinando. Ya sabes, hay que humanizarlas?.

En Televisión Azteca mandaron a Sabina con la entonces esposa del dueño. Pero a ella le parecía que las mujeres no ejercían la autoridad porque preferían casarse y tener hijos. ?Además, agregó la señora, ¿a quién le importa lo que opine una gobernadora o una secretaria de Estado? Tengo una gran idea ?concluyó- vamos a entrevistar a diez actrices famosas?.

En efecto, Mujer puede ser sinónimo de lavar, planchar, cocinar, cuidar de otras personas. Pero cuesta trabajo imaginar las palabras ?Mujer y Poder? juntas.

Ahí tienen. En la historia de México ninguna mujer ha sido presidenta, apenas cinco han gobernado alguna entidad federativa y sólo se han desempeñado como secretarias de Estado 16 ?incluyendo a las que acaba de nombrar Felipe Calderón-. Además, hasta antes de julio, de las dos mil 427 presidencias municipales que hay en el país, sólo 96 eran ocupadas por mujeres.

Ahora, si bien es cierto que la ausencia de poder se refleja en una escasa participación en cargos de toma de decisiones o de representación política; también lo es que se manifiesta en violencia en su contra, tanto en el ámbito público como en el privado.

La violencia contra las mujeres, está ampliamente documentado, es una manera de ejercer control sobre nosotras; es, ante todo, un ejercicio de poder.

Y estamos ante una encrucijada. Se ejerce violencia contra las mujeres porque ellas no tienen ningún poder, o porque lo están adquiriendo ?estudiando, trabajando, ingresando dinero al hogar, tomando decisiones- y muchos varones se sienten profundamente cuestionados en su hombría, una hombría construida sobre la base del poder masculino.

Según la ONU, México ocupa el octavo lugar en el mundo por la cantidad de homicidios de mujeres. El año pasado se registraron seis mil asesinatos de mueres y niñas en nuestro país.

Asimismo, de acuerdo con las estadísticas oficiales, en México una de cada cinco mujeres padece violencia doméstica.

¿Qué está mal? El escenario, diría la dramaturga Berman. El escenario nos contradice.

Para muestra, un botón.

En seis entidades de la República la violencia intrafamiliar ni siquiera se considera un delito. Y en 16 estados se apunta que la violencia debe ser ?reiterada? y en algunos se estipula que, además, debe ser ?intencional?. (Human Rights Watch, 2006).

Pero con frecuencia la norma no señala qué es exactamente lo que quiere decir ?reiterada?. ¿Tres veces, cinco, diez, treinta y dos? Tampoco especifica qué se entenderá por ?intencional?. Si el agresor dice que no fue su intención dominar ni someter ni controlar y mucho menos causar daño, ¿pude quedar libre de sanción?

Por otra parte, una reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó, que cuando se alegue violencia intrafamiliar para solicitar el divorcio, se deberán presentar detalles del cuándo, dónde y cómo ocurrieron los hechos de violencia que motivan esta solicitud.

Y ya me imagino yo a las mujeres que padecen violencia llevar una agenda donde anoten puntualmente los detalles de las agresiones que sufren por si algún día pueden divorciarse.

Total, como señala la maestra María Eugenia Salinas Urquieta: ?El contexto jurídico, político, social, económico y cultural que se ha venido construyendo los últimos años en la región coloca a las mujeres en una condición de gran vulnerabilidad?.

Tiene razón Sabina Berman, hay que cambiar el escenario. Se aceptan sugerencias.

Apreciaría sus comentarios:

cecilialavalle@hotmail.com

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