Sigamos con la saga de las féminas mexicanas en lucha por sus derechos políticos. Decíamos ayer -oh manes de Fray Luis de León- que don Adolfo Ruiz Cortines, sucesor de Miguel Alemán en la Presidencia de la República, amplió en 1953 la reforma que éste había iniciado en 1946 constreñida a que las mujeres votaran y fueran votadas sólo en las elecciones municipales.
No entiendo por cuál motivo o a qué fines dejó escapar don Miguel lo que hubiera sido una trascendente y lucidora reforma electoral, para sólo acotarla en el tercer nivel de Gobierno. Quizá querría estar seguro que el experimento daría buenos resultados, antes de arriesgarse a liberar el acceso femenino a las legislaturas locales, a los gobiernos estatales, al Congreso de la Unión y a la misma Presidencia de la República; o acaso pensaría, como oportunamente había manifestado el Partido de la Revolución Mexicana, que iba a ser el recién organizado partido Acción Nacional, de inspiración católica, el mayor beneficiario de los votos femeninos, dado que una gran parte del segmento femenil de la sociedad estaba formado por beatas irredentas que habían apoyado activamente al general Juan Andrew Almazán, quien competía contra el candidato del partido oficial, general Manuel Ávila Camacho.
El hecho fue que Alemán decidió en esa tibia forma y la Legislatura federal así lo aprobó; pero siete años después, en 1953, el nuevo mandatario, Adolfo Ruiz Cortines, rompió las cotas del cerco municipal y lanzó íntegra la reforma que dio el voto y la capacidad de participación política, a todo nivel, de las mujeres mexicanas; más antes de esto el PRI ya había ordenado integrar a una mujer en las planillas edilicias de los dos mil 400 municipios de la República Mexicana.
Resulta imposible consignar el nombre de cada mujer pionera en el país, pero daremos algunos datos correspondientes a Saltillo, por tener los datos a la mano: la primera mujer que apareció como candidata a segunda regidora en la propuesta de Ayuntamiento para el período 1949-1951 fue doña Feliciana Álvarez; tres años después lo sería la profesora Herminia Aguillón y sucesivamente las también docentes Guadalupe González Ortiz, Dorotea de la Fuente y María L. Pérez de Arreola, para el mismo cargo. Igual lo fue Martha Elena Flores Padilla, pero en el siguiente trienio la candidata fue la licenciada en Derecho, Rosa María Gutiérrez Treviño que se postuló a la primera regiduría. Sin embargo la segunda sindicatura fue considerada en adelante como posición política de la sección 38 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Ya reformada la Constitución para abrir a las mujeres la puerta de la política, el siguiente paso fue incorporarlas a los Congresos de los Estados y al Congreso de la Unión. En Coahuila resultó ser primera diputada la profesora Lupita González Ortiz, quien jugó y ganó la representación popular por el Quinto Distrito Electoral en la XLII Legislatura; tres años después fue postulada Estela Barragán de la Fuente y en los siguientes trienios devinieron diputadas Catalina Morales de Miranda, Dorotea de la Fuente, María Concepción Náñez de Barrera y Martha Montoya de la Cruz.
Alicia López de la Torre y Lucila Trinidad Ruiz Múzquiz fueron diputadas en la Legislatura número cincuenta por el Tercero y Octavo Distritos; tres años después, en la LI accedieron al Congreso local María Antonieta Navarrete Ramos, Blanca Yazmina de Hoyos Miwa y Yolanda Elizondo Maltos; luego Laura Elia Delgado de la Fuente en la LII; Lourdes Garza Orta, Patricia Ramos de los Santos y Esperanza Olguín en la LIII y así, consecutivamente, hasta la actual Legislatura, la LVII, Yasmín Aída García Flores, Mayela Hernández Valdez, Irma Elizondo Ramírez, Yolanda del Villar Roel, Norma Violeta Dávila Salinas, Roxana Flores Cuevas, Laura Reyes Retana Ramos, Hilaria Corpus Díaz, Élida Bautista Castañón, María Magdalena García Rosas, Martha Loera Arámbula, Hilda Estela Flores Escalera, Latiffe Eloisa Burciaga Neme, Karla Samperio Flores, María Eugenia Cázares Martinez, María Beatriz Granillo Vázquez, Mary Telma Guajardo Villarreal y en la actual que corresponde al número LVII Julieta López Fuentes, Jeanne Margaret Snydelaar Hardwicke y Silvia Guadalupe Garza Galván. Como puede verse ha sido constante y creciente el flujo de ciudadanas que se interesan por votar y participar en posiciones políticas; a éstas habría que agregar las que además forman parte de los Poderes Ejecutivo y Judicial, del Congreso de la Unión y de los Ayuntamientos en toda la entidad.
Ya hemos tenido gobernadoras en algunos estados del país y varias senadoras de la República, entonces...
¿No cree usted, apreciado lector, que entre todas ellas pudiera surgir en breve tiempo una viable candidata a gobernadora del estado y además -¿por qué no?- otra dama que aspire a la Presidencia de la República? Si pudo la Merker en Alemania, la Bartellet en Chile y la Johnes en Liberia, ¿por qué no podría hacerlo una de nuestras mujeres, ya fuera en Coahuila o en toda la República?...