Presentarán al Delegado de Sedesol las necesidades de los albergues; el Municipio no ha aplicado la inversión
CANATLÁN, DGO.- Mismos salarios, mismas instalaciones, mismas penurias... nada ha cambiado. Los primeros jornaleros, hombres y mujeres, ocupan las literas sin cobijas, comen sandía y otras frutas, no hay más alimentos para llenar el estómago.
El albergue de Canatlán tiene cuatro dormitorios con capacidad para 200 personas, pero aquí se hospedan 500 a partir del 15 de agosto, la mayoría se quedará nuevamente en el suelo, admite Alfredo Canaán Díaz, promotor social.
?Hace dos meses la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) dio dinero al Municipio para construir los techos de concreto hidráulico en los albergues, pero no se hizo nada, las láminas parecen regaderas, no sé cómo le vamos a hacer este año?, añade.
Según las autoridades municipales anunciaron que será hasta la próxima semana cuando inicien las obras de rehabilitación de los cinco albergues de la zona manzanera, aunque ya están ocupando el lugar los jornaleros que llegan de diferentes lugares a la pizca de la manzana.
En entrevista con Canaán Díaz, funcionario por parte de la Sedesol, dijo que esta semana presentarán al delegado Félix Cháidez Saucedo un reporte de las necesidades de los jornaleros, entre las que destacan las cobijas y una solicitud al DIF Estatal para proporcionar más camas y la gente no se quede en el suelo.
Respecto a la atención a la salud, ésta funcionó hace años, hoy se canalizan las personas al Centro de Salud o al hospital, según sea el caso, sin costo alguno. La sala de enfermería no funciona, sólo quedó la fachada.
La comida si la tienen que comprar los jornaleros de su precario salario, aquí únicamente les ofrecen las instalaciones de la cocina, las promesas no se cumplen, dicen los trabajadores.
Sedesol ofrece el servicio a los jornaleros agrícolas con la asistencia de una coordinadora del albergue de nombre América González Parra, supervisor Abel Marín y promotor social Canaán Díaz, quienes rendirán un informe este día.
Reconoce Canaán Díaz el mal estado de las instalaciones para los jornaleros y lamenta no poder ofrecer comida, no está dentro del programa, dice, mientras Librada Rodríguez Quiroz, acompañada de su hija Rosalinda, de cuatro años, se alimentan de sandía sentadas en el suelo, no hay comedor.
Librada viene de Santa María de Ocotán y Xoconoxtle, tiene 36 años y ha procreado seis vástagos, algunos ya andan en la pizca, incluyendo a María Santa Solís Rodríguez, de 12 años.
Como Librada, decenas de indígenas llegan de diferentes comunidades de Mezquital, como Eliseo Cervantes Soto, de 40 años, quien viajó de Llano Grande con sus cuatro hijos, todos dispuestos a ?sudar la gota gorda para mejorar la situación económica?, dice con cierta desconfianza al tiempo que rebana la fruta con su navaja.
Esta semana lograron obtener su primer salario 120 pesos diarios, a razón de cinco pesos por reja de manzana cosechada, es el mismo salario del año pasado, no han pagado más, al menos en las huertas donde empezaron, esperan que mejoren la paga.
Matías Soto Calleros, de 25 años, viene por segunda ocasión a la cosecha de manzana, está seleccionando su cama, todas están igual, tendrá que conseguir cobija y hule para cubrirse de las goteras.
Por su parte Juan Guillermo Martínez Aguilar y Manuel Alejandro Aguilar Hernández, de 18 y 17 años, respectivamente, son originarios de El Salto, sacuden una vieja cobija para cubrirse del frío.
Matías Priano Morales, de 14 años, lava su camisa para mañana salir a conocer el centro de Canatlán, dice que el año pasado le pagaban lo mismo por la pizca, pero no hay otra opción.
Estos trabajadores señalan que por las mañanas vienen los patrones a llevárselos a las huertas de los ejidos Santa Lucía, San José de Gracia, Nogales, Santiaguillo y Guatimapé, así como Canatlán, pero todos pagan lo mismo, no hay manera de escoger.
?De los 120 pesos que ganan tienen que gastar en comida, así que no nos queda mucho, tal vez esta semana nos vaya mejor?, dicen a El Siglo de Durango, al que le piden estar pendiente de las irregularidades que se cometen en contra de los jornaleros.
Algunas áreas como los sanitarios se pusieron en servicio, pero están en deplorables condiciones, en un dormitorio hay tres mingitorios para 60 ó más personas, las ventanas siguen sin vidrio, el Municipio no ha invertido el dinero que le dieron en Sedesol para rehabilitar los albergues.
Cabe señalar que los albergues no reciben rehabilitación desde su construcción en 2004, y según comentan, ?las autoridades dicen lo que quieren, finalmente nadie se entera de la realidad, hasta que en casos como éste sale a la luz pública?.
Sin quejas
Desde Santiago Teneraca, comunidad tepehuana de Mezquital, llegaron a tierras canatlecas María Arellano Ventura y Saturnino Alberto Ramírez acompañados de sus hijos, hacen parada de descanso en San José de Gracia, les faltan poco kilómetros para llegar al albergue.
Señalan que ya empezaron a trabajar en una huerta, están cansados, pero después de todo contentos por haber cumplido la primera semana de labores.
María, de 60 años, está sentada con su familia en el zacate, platican en su lengua indígena ante la presencia de extraños, pero aceptan comentar algunas palabras con el reportero.
En Mezquital trabajan en la agricultura, dicen sembrar maíz, calabaza y frijol para autoconsumo, son tierras temporaleras, a veces tampoco recogen nada, por eso la vida del indígena es emigrar de un lado a otro.
Hoy en Canatlán esperan juntar algunos centavitos, para comprar algunas cosas que necesitan en su casa, no se quejan del salario, lo que quieren es trabajar, temer a ser despedidos por dar información.
Son las 15:30 horas y solamente han comido manzanas y no de las buenas, pero tampoco hay muestras de quejas, están acostumbrados a hacer frente a situaciones difíciles, de lo cual no deben aprovecharse los manzaneros.