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Narran empleados de Onappafa los minutos más largos de su vida

PRIMITIVO GONZÁLEZ MURUATO

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- Los cinco minutos más largos de su vida vivieron tres jóvenes empleados de la Organización Nacional para la Protección del Patrimonio Familiar (Onappafa), cuando sufrieron el asalto por tres sujetos armados en diciembre pasado.

Rosa Gloria Rangel, de 22 años de edad; Mireya Sánchez Arellano, de 18 y Omar Romero Martínez, de 24, narran lo sucedido el 29 de diciembre en el interior de las oficinas de la Onappafa, ubicadas en el Periférico, a la altura del Centro Trailero, en esta ciudad.

Eran cerca de las 19:45 horas del jueves 29 cuando los jóvenes estaban concentrados en su trabajo y no se percataron cuando entraron los asaltantes hasta que uno de ellos dijo levantando la voz que se trataba de un asalto.

También se encontraba ?El Chebo?, empleado que después se supo estaba de acuerdo con los ladrones, así como un joven que fue a instalar una computadora, acompañado de un niño de nueve años de edad, a quien también le tocó presenciar el ilícito cometido.

Tras cerrar la puerta principal, los ladrones con insultos les ordenaron arrojarse al suelo sin dejar de amenazarlos con un arma. ?El que se mueva lo mato?, les decía uno de los facinerosos de aspecto joven que no se cubría el rostro. ?¿Dónde está el dinero que guarda la ruca en los sobres??, preguntaba el ladrón a los jóvenes, refiriéndose a una secretaria que ya había salido a las seis de la tarde.

Nadie dio información a los asaltantes, enmudecidos por el miedo, pero de cualquier forma los maleantes se dirigieron al lugar donde se guardan los sobres con documentos de vehículos en regularización y dinero en efectivo, el cual se llevaron.

Aunque a las muchachas no les hicieron nada, a Omar le dieron de puntapiés sin motivo alguno, lo que les hizo temer incluso que los matarían.

Luego de que los ladrones se fueron, ?El Chebo? les dijo que no salieran hasta que pasaran unos minutos, para esperar que se fueran y no les hicieran nada, lo que hizo dudar a los ministeriales que luego esclarecieron el ilícito. Cuando Omar salió a pedir ayuda, sentía que las piernas le temblaban y al llegar con los empleados de la gasolinera cercana, se percataron del estado del joven y le pidieron que se calmara, que ya todo había pasado.

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