Las pandillas están controladas por terroristas y el narcotráfico, admite un ex integrante de la Barrio 18, quien se encuentra recluido en el Centro de Readaptación Social (Cereso) Tres de Tapachula, Chiapas.
Originario de San Pedro Sula, Honduras, de 26 años de edad, Carlos recuerda que se integró a esa organización delictiva a los 16 años de edad, para ser reconocido en un grupo.
-¿Hay vínculo entre el narcotráfico y las pandillas?
-Sí. Parte de las pandillas son controladas por el narcotráfico y terroristas, ellos nos dan las armas, explosivos y nos hacen traficar con droga e indocumentados? y si nos dan una orden de matar a mi propio hermano lo debo hacer, si no me matan los de la misma pandilla.
Estamos con ellos, sé que cuando ya no les servimos a ellos nos desaparecen.
-¿Cuál es la característica de sus homicidios?
-Nosotros sólo matamos a los 13, pero ellos son sicópatas hasta despedazan a sus víctimas, hay quienes les vale matar, no respetan hijos, madres o hermanas.
-¿Es cierto que son instruidos por ex guerrilleros?
-Algunos de los pandilleros han sido ex guerrilleros y ellos nos enseñan a quitar las armas, a usarlas y curarnos las heridas.
También nos enseñan cómo preparar una granada hechiza y cómo hacer una Chimba, aunque ésas ya pasaron de moda, ahora usan nueve milímetros, .380, Uzi, cuernos de chivo, 45 Mágnum y chaqueteras.
-¿Quién se las proporciona?
-Algunas el narcotráfico, otras veces se compra con dinero de los asaltos, sobre todo a indocumentados.
-¿Por qué te retiraste de la pandilla?
-Hay mucho problema, nadie nos quiere. El Gobierno de México es duro con nosotros, tenemos que suplicar para que nos atiendan en la enfermería o nos regalen un plato de comida.
Mi familia no sabe que estoy encerrado, piensan que estoy en Estados Unidos.
-¿Es cierto que nadie puede abandonar la pandilla?
Sí. Cuando uno se integra le leen a uno la cartilla, nos dicen lo que debemos hacer, tenemos que estar en las buenas y en las malas. Sé que me van a matar por haber abandonado al grupo, estoy consciente de eso, donde quiera que llegue me van a volar la cabeza, no sé cuándo ni qué día, pero sé que voy a morir, expresa.
Carlos, quien fue detenido por sus tatuajes en Ciudad Hidalgo durante el Operativo Antimara que realiza el grupo ?Acero?, integrado por la Policía Sectorial, Agencia Estatal de Investigación y fiscalía del Estado en 2004, señala que los pandilleros que venían huyendo de Centroamérica encontraron refugio en esta frontera Sur de México.
?Aquí encontramos refugio, venimos para levantar el barrio. Por cada pandillero que muere viven tres. Esto no se va acabar?, advierte.
Reconoce que en esta población y Ciudad Hidalgo proliferó la Mara Salvatrucha 13, pero ellos mandan en Tecún Umán, localidad guatemalteca fronteriza con México, así como las colonias Milenio y Pobres Unidos, de Tapachula.
Desde la cárcel, Carlos pidió perdón a su madre María Guadalupe Pérez Marín y a la sociedad que ha ofendido y agredido. ?Estoy preso, no se preocupen, muy pronto quisiera estar con ustedes. Si pueden, vengan a visitarme, te quiero madre, a mis hijos y mi esposa?.
?A quienes están pensando en integrarse a una pandilla les quiero decir que no lo hagan, no es un juego, es de vida o muerte. En un principio se siente bien, pero después puedes perder la vida o a un ser querido?.
