Hay en la región una buena noticia: este año la temporada de lluvias ha sido buena y la presa Lázaro Cárdenas, también llamada como El Palmito, ha captado un importante volumen de agua que permitirá que el próximo ciclo agrícola en la región sea de condiciones favorables, generando aunque sea para 2007, expectativas positivas para el campo lagunero, que fue décadas atrás, el motor principal del florecimiento de lo que hoy se conoce como La Laguna.
Bajo la cortina de la Cárdenas, que tiene ya sesenta años de construcción, se encuentra la presa reguladora Francisco Zarco, mejor conocida por los laguneros como Las Tórtolas, que fue edificada en la segunda parte del sexenio de Gustavo Díaz Ordaz. Justo recién inaugurada Las Tórtolas, ocurrieron aquellas avenidas de gran envergadura sobre los ríos Oro y Ramos, afluentes de la almacenadora Palmito; fue en ese entonces, la apenas estrenada, pieza clave para que la famosa inundación del sesenta y ocho no escalara mayores proporciones de lo que finalmente ocurrió.
Sin embargo, luego del seguimiento puntual que El Siglo de Torreón da sobre las captaciones y derivas de la cuenca del Nazas y sus respectivas presas, la Comisión Nacional del Agua, órgano del Gobierno Federal encargado de la administración del vital líquido, repentinamente hizo variaciones significativas en los reportes de las capacidades de ambas contenedoras hidráulicas de manera poco claras.
Durante décadas, la capacidad total de la Lázaro Cárdenas fue de tres mil trescientos treinta y seis millones de metros cúbicos, incluso, en la placa alusiva a su inauguración, se consigna esa cantidad. Aun así, Conagua un día de improvisto varió el dato y en su reporte diario señaló que su capacidad era de dos mil 872.9 millones de metros cúbicos; es decir, de un plumazo disminuyó su capacidad 436 millones de metros cúbicos.
Para dar una idea del orden de tal magnitud, la cantidad rebajada es el triple de lo que hoy actualmente contiene la Francisco Zarco o más aún, es la mitad de un ciclo agrícola generoso de toda la cuenca del Nazas.
Pero las inconsistencias de Conagua no acabaron ahí, su portal de Internet da otra cifra: dos mil 778 millones de metros cúbicos, que significan 95 millones menos del dato ?modificado? y 531 del original. Esto es sólo lo que respecta a la sesentona obra hidráulica, porque en la información de la Francisco Zarco la historia se repite: su capacidad original es de cuatrocientos treinta y seis millones de metros cúbicos, pero el ?nuevo? reporte de Conagua indica 365 millones y el dichoso portal de la dependencia marca 335 millones, o sea, aparte de un desbarajuste de cifras y después de casi cuarenta años, resulta que Las Tórtolas es un 25 por ciento más chica de lo que siempre se creyó.
Este juego de cifras renueva el rumor de lo que todos aquellos que están involucrados de alguna forma u otra con el quehacer agrícola señalan: existe presuntamente un tráfico de agua, que no está considerado en la planeación inicial. El hecho que Conagua juegue con esa simpleza con los volúmenes de contención, ha lugar a muchas malas interpretaciones, sobre todo cuando se sabe de antemano lo preciado que es en el mercado el agua rodada ?como se le conoce a la proveniente de los canales de riego-.
Todavía más: además del juego de cifras, las presas de la entidad de Durango, que alberga a estas dos presas y a once más, están sencillamente abandonadas. No hay mantenimiento en apariencia en el cuarto de máquinas, cortina, puesto de control hacia donde se encuentra la entrada a las compuertas y éstas simplemente no están vigiladas. Cabe la pregunta ¿un volumen de 2,700 millones de metros cúbicos, no es potencialmente peligroso en manos de saboteadores? Sobre todo cuando la escalada de violencia en el país cada vez sube más de tono.
La conclusión es que hoy por hoy Conagua es un desmadre y nadie le dirá nada. Lo bueno es que también ellos ya se van a partir del año entrante.