Volviendo a la política local, para dejar por un tiempo el trillado tema de la elección presidencial del pasado dos de julio que habrá de calificar el Tribunal Federal Electoral dentro del marco jurídico correspondiente, esta semana surge un nuevo tema que es digno de comentario.
Hace apenas unos días, se llevó a cabo una reunión de connotados priistas locales en la casa del ex alcalde Carlos Román Cepeda, sito en Torreón Jardín. El tema principal de los alicaídos e ignorados miembros del partido tricolor, era dibujar en lo posible un plan de acción para ver si en esta ocasión, el Gobierno del profesor Humberto Moreira, por fin les hacía el favorcito y de perdida les daba alguna oportunidad de ocupar posiciones de segundo, tercer y hasta cuarto nivel; pero que algo cayera, porque sin decirlo, el priismo local se sabe congelado de poder aspirar a acceder al primer círculo del poder que tiene residencia en la capital de Coahuila, no hay más.
Según los enterados, al final de la reunión no se llegó a nada en concreto y por los rumores existentes, los laguneros por lo pronto habrán de conformarse con dos o tres subsecretarías y posiblemente se rumorea que el anfitrión de tan peculiar reunión, asuma la presidencia estatal del PRI, pero hasta ahí.
Se debe reconocer que un partido político tiene todo el derecho de manejarse dentro de los parámetros que las leyes aplicables en su tema le confieran, así que con mero requisito que en la forma se cumpla, por el lado legal estará cubierto y en la parte interna, su cultura general de proceder debe también ser respetada por todos los ciudadanos. Así que si alguien no está de acuerdo con la real cultura vertical del PRI, pues simplemente que lo castigue con su voto y listo, no hay que discutir.
Sin embargo, como laguneros, hay suficientes elementos para recriminar lo que está ocurriendo al PRI de Torreón y a sus distinguidos miembros. Hoy es indudable que el partido a nivel local está prácticamente destruido. Derrotado en las elecciones de septiembre pasado, donde se perdió por amplio margen las contiendas para gobernador, para alcalde y cuatro de los cinco distritos locales, hay que sumarle el ridículo por la barrida que vivieron en las federales donde aquí fueron derrotados en todo: algo anda muy mal sin dudarlo.
El reclamo que un torreonense y lagunero en general debe hacerle es claramente ¿por qué se han dejado históricamente atropellar por los designios del gobernador en turno? ¿Por qué a través del tiempo siempre se han conformado con migajas? De repente una persona en lo particular toma una posición importante, pero jamás el priismo local ha podido seleccionar a sus propios candidatos sin que éstos sean palomeados desde Saltillo. Craso error, a diferencia del PAN torreonense -donde por cierto también hace aire, aunque diferente- donde los panistas con toda clase de grilla, hasta la más baja, deciden quién podrá ser su candidato de determinada posición local de manera autónoma, sin depender de un saltillense o de cualquier otro lugar para la resolución de un asunto de trascendencia eminentemente regional, quizá por eso, esta ciudad es hoy absolutamente azul, sin discusión. Y ahí el riesgo, en la democracia moderna, uno de sus principales elementos para su operación, es que haya una real competencia y el desmoronamiento del PRI no beneficia en lo absoluto a la sociedad, porque en la práctica estamos viviendo que el PAN parece no tener complicación alguna en perpetuarse en el poder, lo que es nefasto para que el sistema otorgue esos siempre convenientes equilibrios, pero el PRI solo se va a pique y sus miembros lo están permitiendo, por eso el reclamo.
Ojalá que el famoso cónclave sea un inicio para que de una vez por todas, el PRI de Torreón se transforme y en los temas locales, sepan desarrollar una estrategia donde se les reconozca su real valor en el entorno estatal. Eso está es sus manos, a ver si las mezquindades humanas no impiden esa valoración y todo continúe igual, para que los propios priistas sigan recibiendo las migajas.
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