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No hagas cosas buenas...| El rey desnudo

Enrique Irazoqui

Se concretó la amenaza del Pejelagarto de erigirse como presidente legítimo de México, el pasado 20 de noviembre. ¡Cuán pobreza intelectual y cultural existe en nuestra sociedad que ha permitido que acontezcan sucesos como éste! Aunque también se destaca la libertad que se ha alcanzado en este país, que estos hechos sucedan en el libre ejercicio de ese valor fundamental del hombre. Contradictorio, entonces.

La asunción del puesto que existe solamente en el imaginario y toda la parafernalia desplegada alrededor del acto, hacen recordar la historia aquélla del príncipe o rey desnudo.

Aquella narración contaba algo: existía un reino en el cual el monarca tenía debilidad por lujosos vestidos. El rey tenía a su cargo decenas de sastres que se esmeraban en proporcionarle al monarca los ajuares más sofisticados para que su majestad saciara su deseo imparable de estar siempre ataviado con lo más selecto de moda del momento.

Así, estando un día como todos, el mandamás del pueblo decidió que haría un desfile el cual estaría destinado a que mostrara a sus súbditos el traje más especial que habría existido jamás y que para ello, ordenó un concurso a todos los sastres de su territorio para que aquel que confeccionara el mejor atuendo se haría merecedor a un gran premio. La comunidad entera ?señala el cuento- volcó su interés al ver qué ropa usaría el rey en tan dichoso desfile.

Obviamente, sigue contando la historia, cientos de artesanos del vestido, presentaron infinidad de propuestas para que el caprichoso soberano eligiera alguna de sus propuestas, con la ilusión de cada uno de los oferentes, que de ser seleccionados se harían acreedores a la tan ansiada gratificación.

No faltó un vivo y entonces se le presenta al rey un astuto, que conociendo la capacidad intelectual de su realeza, le ofrece un traje tan especial, que sólo los inteligentes pueden observarlo, así que si alguien no veía el vestido, simplemente significaría que era un tonto, ya que para apreciar ésas tan privilegiadas prendas, se requería de una verdadera inteligencia.

Con ello, su majestad que no era ni remotamente un hombre lúcido, pero sí soberbio, no pudo negarse a aceptar el ofrecimiento. Y así, desnudo salió a desfilar ante todo su pueblo. El espectáculo era singular, todo mundo veía lo mismo: un hombre en paños menores, pero nadie tampoco, osaba decirle la verdad y contradecir al poderoso.

Así como el príncipe desnudo, que encuerado paseó por las calles frente a todos sus súbditos, de la misma manera Andrés Manuel López Obrador se cubrió con una banda tricolor con águila juarista en el centro el pasado lunes. Lo inaudito es que atrás de él, en el estrado estaba, entre otros, el electo jefe constitucional del Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard y el saliente Alejandro Encinas, el procurador Bernardo Bátiz, en fin, personas de relevancia política e intelectual, que asintieron prestarse a semejante teatro.

Vergonzoso lo ahí sucedido. ¿Por qué nadie en pleno siglo XXI puede decirle al oído a AMLO que es él el príncipe desnudo? ¿Por las mismas razones del cuento? Algo hay de eso, en las huestes lopezobradoristas saben perfectamente que si alguien se atreve a contradecir en lo que sea a su jefe, en ese instante queda fuera de la búsqueda del poder. Otros, los menos, sencillamente han creído que López era una real esperanza para una utópica redención de los pobres en México, gente más sensible que intelectual, por ello también existe de ese tipo en esa amalgama que le es fiel al Peje.

Los demás, por lo mismo que los pueblerinos que ninguno se atrevió a confesar que su gobernante estaba en calzones ante todos, pensando que sería tachado de tonto, por no tener la capacidad de ver algo, que sencillamente no existe.

El cuento del rey desnudo de Andrés Manuel todavía no concluye, al tiempo; cuántos meses se andará mostrando así a todos, hasta dónde puede llegar la soberbia, así, como la del etéreo monarca caprichoso hará un ridículo peregrinar. Quizá el tiempo pueda devolverle la razón, quizá no.

eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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