Ya el asunto del Nudo Mixteco está rayando en lo ridículo. Si bien es cierto que a inicios de año, donde las administraciones estatal y municipal apenas llegaban al poder y debían por lógica tomar un tiempo razonable para adaptarse a sus nuevas responsabilidades, el tiempo ha transcurrido y las pomposas obras para lo cual sí fueron prestos en anunciar (las de menor envergadura hasta eso, ya están algunas trabajando) nada más no pueden dar el primer paso.
La prioritaria en cuestión vial es en definitiva el dichoso Nudo Mixteco. En las horas pico, simplemente transitar por ahí es un calvario, dentro de los estándares de esta comunidad, sin dudarlo, es hoy un crucero por demás caótico.
La semana pasada se conoció que el dichoso plan lo había elaborado una proyectista de la ciudad que al cabo despidió tufo de nepotismo, pero para terminar de redondear la mala suerte para los laguneros, la susodicha empresa lo hizo sencillamente mal y olvidó que justo por arriba del futuro paso ?a ver si un día se consuma- pasan ya muy próximos al terreno los aviones que arriban al aeropuerto. ¡Un asunto de sentido común fue sencillamente ignorado! Vale preguntar: ¿en manos de quién está la ciudadanía?
En ese sentido la Administración de José Ángel Pérez fue sensata al señalar el error, pero al mismo tiempo demostró que esas observaciones llegan tarde, porque le tomó algo así como cuatro meses o más mostrar el infortunio.
La historia continúa y aún no muestra su fin. Esta semana sin embargo, se han generado nuevos datos en torno a la multicitada obra. En estos días la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, el Colegio de Ingenieros Civiles y las propias autoridades del aeropuerto de Torreón, proponen opciones para destrabar el proyecto, en las que se concentran en invitar a las dependencias públicas responsables de llevar a cabo el paso a desnivel, a que desechen la opción de un puente elevado y lo sustituyan por la elaboración de un túnel, que forzaría a construir un sifón en el canal de San Luciano para saltear el asunto de la interferencia al aeropuerto, con ello se evitaría que se necesitara mover el umbral de la pista de aterrizaje los famosos ciento cincuenta metros. A esta misma propuesta, el Municipio está ya pensando en hacer la contrapropuesta de realizar el factible sifón de un kilómetro y medio de largo, lo que destrabaría uno de los obstáculos de la obra. Apenas vienen las sugerencias cuando el titular de la Secretaría de Obras Públicas del Estado, Eduardo Olmos, insiste que es mejor recorrer la pista, no obstante los cuarenta millones de costo extra que eso significaría.
En medio de este embrollo, salta un nuevo obstáculo: nadie había considerado que para meterle mano al crucero ya sea con puente o con túnel, habrá de modificarse el colector de drenaje del bulevar Constitución una distancia estimada en ciento veinte metros, más otro movimiento de tuberías de agua potable 200 metros.
Ayer el alcalde de plano sobre este asunto declaró: ?Por el bien de los ciudadanos y en aras de los recursos que cada uno de nosotros invertimos tanto el Gobierno del Estado como el Municipio, la postura de nosotros es apoyar al Estado para que ya se hagan las cosas y vamos a trabajar parejo?. Vaya, parece que en esto hasta el propio Pérez está dispuesto a dejar de lado su distancia con el Gobierno del Estado ?que es mucho decir- en aras de salir ya de este vericueto.
Total, la obra ha servido para mostrar lo mucho que deja a desear la burocracia mexicana en sus tres niveles, pero hay una área de oportunidad que puede ser aprovechada por quien es el único que la puede tomar y además le hace falta a Torreón: el gobernador Moreira. Valdría mucho la pena que Humberto Moreira se apersonara en el lugar y tomara una decisión al respecto y la ejecutara. Así el Gober podría demostrar en algo tan tangible que realmente tiene capacidad ejecutoria.