Al fin se ha dicho lo que era evidente: el DVR es peligroso y no queda más que tirarlo.
Son 140 milloncillos de pesos que se pierden para alguien -apuesto que la gran mayoría para los ciudadanos- pero es inevitable la decisión de demolerlo, ya que estamos hablando mucho más allá de estética o inclusive funcionalidad del mismo: se está hablando de seguridad; ya yace en el cementerio una víctima de una mala obra, así de simple, así de grave.
El tema tiene diversos ángulos, pero una sola realidad. El DVR fue mal hecho simplemente porque proyectistas, ejecutantes y supervisores no hicieron su trabajo, lo que es peor y lamentable, todos ellos hicieron pésimo su trabajo bajo el auspicio y responsabilidad del Gobierno del Estado y la complicidad pasiva del Municipio que pagaba la mitad de la obra y que permitió por acto de omisión que la obra fuese mal ejecutada.
Hay en primera instancia dos villanos estelares en esta película, el principal se llama Jorge Viesca, que lo menos que podemos decir es que es un perfecto incompetente para la función que realizó, además es mentiroso, a los cuatro vientos gritó que el DVR estaba bien hecho y hoy se confirman los resultados, el segundo estelar de esta función es Enrique Martínez y Martínez, ex gobernador que salió con una buena imagen y percepción de que su labor al frente de Coahuila había sido destacada. Desde los resúmenes de su ejercicio se le había señalado el pecado del DVR, pero aún así salía bien librado. Hoy ya las cosas son distintas, a Martínez y Martínez se le recordará en Torreón como el gobernador que nos terminó engañando ya que dio a la ciudad una bella obra, pero peligrosa, se le recordará en gran parte porque permitió tener ineptitudes del tamaño de los puentes que serán demolidos. Es peor aún, se puede realizar una analogía perfecta para resumir la responsabilidad del ex gobernador. Cuando surgieron los video escándalos de Bejarano con los billetes de Ahumada, y las escapaditas del tesorero del Gobierno del Distrito Federal, Ponce, a Andrés Manuel se le acusó de una de dos: o era cómplice o era incapaz de controlar a sus subordinados. Desafortunadamente para Enrique Martínez es lo mismo sobre Viesca.
Debo decir que es una tristeza lo de Martínez, sigo considerándolo como un político con capacidad y liderazgo, pero permitir esos yerros lo despoja de todo lo bueno que pudo haber sido.
Siempre hay que ver lo positivo del asunto, el que hoy un Gobierno nuevo reconozca que la obra no puede seguir así y que se hará todo lo necesario para dejarla funcional, es una buena noticia, aun cuando ello conlleve naturalmente un costo que definitivamente hay que pagar. Lo que no se puede permitir es que las empresas que participaron en la realización de los pasos elevados, sigan tan campantes, habrá que exigirles cuentas y reparación del daño patrimonial causado, no hay más.
Debemos los laguneros estar más atentos que nunca, a que lo anunciado por el hoy gobernador Moreira se convierta en realidad: ?no me temblará la mano? declaró el mandatario, esperamos que así sea, y no pase él a convertirse en otro personaje de la película de terror llamada DVR.