“La gente invierte en tu habilidad de
construir un mejor futuro”.
Jeff Blackman
Nuestro país necesita cada vez más inversión para crecer y generar un mayor número de empleos. Sólo así podrá evitarse que los mexicanos tengan que marcharse a Estados Unidos para sobrevivir.
Pero ¿qué hacen los senadores, esos que tanto se quejan del trato a los mexicanos en la Unión Americana y que difunden costosas campañas de publicidad para mostrar cuánto trabajan por los mexicanos? Están restringiendo todavía más la inversión en nuestro país.
El cuatro de abril el Senado aprobó -por unanimidad, sin lectura y sin discusión- una iniciativa de Ley que reduce dramáticamente la posibilidad de recibir inversión extranjera neutra en nuestro país. El resultado será una disminución en la inversión, en la actividad económica y por supuesto en la creación de empleos.
¿Qué es la inversión neutra? Aquella que empresas o personas extranjeras realizan en compañías nacionales pero renunciando al derecho a voto que tendrían en otras circunstancias. Esta figura ha permitido que se lleven a cabo inversiones en compañías mexicanas sin que por ello éstas queden bajo el control de extranjeros.
La nueva Ley, en caso de ser aprobada por la Cámara de Diputados, prohibirá esa inversión neutra en una enorme gama de campos de actividad -transporte terrestre, comercio de gasolina, distribución de gas licuado, radio y televisión, aerolíneas, telecomunicaciones, seguros y fianzas, arrendadoras financieras, factorajes, afores y administraciones portuarias, entre otros- a menos de que los inversionistas coloquen su dinero en fideicomisos, sociedades o fondos de inversión.
En el mejor de los casos las modificaciones a la Ley simplemente harán que las empresas interesadas en invertir en nuestro país lo hagan a través de procesos más burocráticos de los que hoy tienen que sufrir. En el peor de los casos se ahuyentará la inversión.
Nuestros políticos, desafortunadamente, siguen operando con una mentalidad económica decimonónica, la cual no ha servido más que para aplastar las oportunidades de desarrollo económico de los mexicanos.
Pretender limitar la inversión extranjera, especialmente en un momento en que México se está quedando rezagado en competitividad, es condenar al país al retraso y a la pobreza. Al final las inversiones se harán en otras naciones y ahí se crearán los empleos.
Pero lo trágico es que nuestros trabajadores -porque no los senadores- tendrán que seguir arriesgando la vida para buscar trabajo fuera de las fronteras nacionales.
En este momento todos los países del mundo están buscando inversión, ya sea extranjera o nacional. Una de las cosas que hemos aprendido en las últimas décadas es que lo importante no es el pasaporte del inversionista sino el lugar en el que se ejerce la inversión. Por eso los sindicatos y políticos proteccionistas estadounidenses están preocupados por la inversión que, por ejemplo, las empresas automotrices de Detroit están haciendo en nuestro país. Ellos saben que la inversión en México está creando empleos aquí que ellos preferirían que se quedaran en el suyo. Pero nuestros senadores quieren cerrarle el paso.
La inversión extranjera no sólo proporciona recursos financieros: también proporciona conocimiento técnico y redes de distribución. Las modificaciones a la Ley, sin embargo, prohíben la inversión neutra en México de empresas que se dediquen en su lugar de origen al mismo campo de actividad en que invierten aquí. Esta medida parece destinada a impedir que recibamos conocimientos técnicos o acceso a redes de venta. No nos damos cuenta que no son las empresas chinas las que están dominando actualmente el mundo, sino las multinacionales, con cadenas de distribución que alcanzan todos los rincones del mundo, que están produciendo en China.
Según cifras de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), la Gran Bretaña fue el año pasado el mayor receptor de inversión extranjera directa en el mundo al obtener 219 mil millones de dólares. En segundo lugar quedó Estados Unidos con 106 mil millones. China, incluyendo Hong Kong, obtuvo 100 mil millones.
Francia, ese país supuestamente tan opuesto a la globalización, consiguió 48 mil millones. Ninguno de esos países le tuvo miedo a la inversión extranjera. México consiguió 17 mil millones de dólares, lo cual no está mal, pero es difícil saber cuál será el impacto de una nueva Ley cuyo propósito es directamente obstaculizar la inversión.
Los senadores mexicanos, desafortunadamente, siguen viviendo en un mundo obsoleto en que la inversión extranjera es vista como una amenaza en lugar de un impulso para el crecimiento. Han actuado sin duda impulsados por los oligarcas mexicanos que desean proteger sus mercados. Pero los senadores deberían entender que su responsabilidad no es con los monopolios sino con los millones de mexicanos que necesitan un buen empleo aquí en nuestro país.
SIN AUDIENCIA PREVIA
Una de las linduras de las modificaciones a la Ley de Inversión Extranjera aprobadas por el Senado es excluir la posibilidad ser oído previamente a la imposición de sanciones. Se elimina así la garantía de audiencia previa que la Constitución establece para todos.
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