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No que muy chachalaca/No hagas cosas buenas...

Enrique Irazoqui M.

A Andrés Manuel López Obrador esta vez le salió sello. Al fabuloso Peje por primera vez le tocó recular con todas las de la Ley. Estaba el tabasqueño muy divertido con sus chachalacas (y hasta eso no se puede dudar que tiene ingenio el mote). El término de Chachalaca Innombrable, terminaba simplemente siendo divertidísimo. Llamar así tan graciosamente a un hombre que ejerció el poder de manera autoritaria simplemente era jovial y refrescante para por lo menos ridiculizar a un individuo que sus excesos lo marcaron de manera definitiva.

Todo era viento en popa en la campaña del perredista, las encuestas en general le daban cómoda ventaja y López Obrador, enamorado del poder y acostumbrado a que siempre él es la víctima, esta vez fue víctima de sí mismo.

El electorado reaccionó por fin castigando al ex jefe de Gobierno del Distrito Federal y hoy su aparente e indudable futuro triunfo, ya no es más seguro.

López Obrador en uno de sus discursos incendiarios e irresponsables, le pareció sencillo gritar “Cállese señor presidente... con todo respeto”; craso error cometió el puntero de las encuestas, al mostrar de pecho su origen también intolerante cuando su manera de conducirse incluso mesiánica, le permitió creerse hasta con el derecho de ordenarle a alguien que se silenciara.

Por fin, la opinión pública tuvo prueba manifiesta de que Obrador también es capaz de ser. Nadie le quita ese halo de austeridad, de defensor de los pobres, pero tampoco le quita nadie esa soberbia que lo tiene emborrachado de poder desde tiempo atrás, donde sus declaraciones siempre le permitieron aparentar ser el pobre perseguido del sistema, evadiendo su responsabilidad por las corrupciones de sus más cercanos competidores y evadiendo también, el haber transgredido la Ley en aquel asunto del Encino, que dio lugar a todo ese guateque del frustrado desafuero.

Hoy todas las encuestas recientes consignan un descenso en la popularidad del candidato de Por el Bien de Todos. Y por ello, el a veces cínico se atreve a declarar una tregua al presidente en su “guerra” de declaraciones. Surge de inmediato la pregunta: ¿quién demonios puede pedir una tregua donde nadie señala un conflicto, sino un ejercicio de libertad natural en una democracia moderna?

Pues nadie, sólo aquel que ha sentido que en esta ocasión ya fue tan simpático y sus antes simpatizantes se lo están cobrando, haciéndolo descender de manera sensible y por eso inventando como siempre, un recurso ficto, como en llamar a “una tregua”.

Llame usted señor López Obrador a las cosas por su nombre o mejor no diga nada, tiene usted aún ventaja, aunque ahora es ligera, lejos de ser clara como la tenía tiempo reciente. Hay encuestas que colocan a Calderón ya por delante de todos, creo realmente que todavía no se ha llegado a ese punto donde se dé el rebase. Se debe consignar también que Roberto Madrazo crece también, pero es muy improbable que haya salido de su tercer lugar.

La competencia nuevamente ha tomado vida al presentarse en el horizonte de nueva cuenta la incertidumbre de quién será el ganador, por lo pronto debemos preguntarle a Andrés Manuel ¿no que muy chachalaca?

eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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