Por Agustín Cabral Martell
EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN EN MEXICO
En el ambiente del sector productivo del país en cuanto al sector primario en particular, prevalece una enorme preocupación relacionada con los factores externos.
Por lo que se refiere a la Ley Farm Bill de Estados Unidos habría que agregar los tratados de Maastrich, Lome y otros de la Unión Europea. Es preocupante no tocar este tema tan sensible cuando el paraíso comercial que da la globalización para las grandes potencias no tiene reciprocidad y sí asimetrías sensibles y difíciles de superar. Los subsidios que la Unión Europea y Estados Unidos dan a los productores del sector primario deberían tener una respuesta de equilibrio por parte de la política de Gobierno en México. En la propia Ley de Desarrollo Rural Sustentable mexicana no se plasma el mecanismo de representatividad adecuado para los paneles multinacionales en materia de globalización de mercados.
El factor externo y la falta de una política clara en materia de equilibrios y de asimilar asimetrías, deja ver la punta del iceberg de ese paraíso de comerciantes que en México se está dando en detrimento del sector productivo del país.
No es satisfactorio ni se puede, ni se debe ser conformista ante el hecho de que México sea el primer importador de leche en polvo; que se tenga una importación de cárnicos que está a punto de provocar la quiebra de la planta productiva nacional; que en materia de azúcar y fructuosa, con simple y sencillamente decir que pudiera eliminarse al gravamen cero por importación de aceros en México al mercado de Estados Unidos o cualquier mecanismo compensatorio, se pretenda cancelar el impuesto especial a aplicarse a la industria refresquera.
La propuesta sería no una guerra de tesorerías que tampoco es deseable. Sería absurdo y además nacería muerta; de entrada se perdería inevitablemente esa guerra. Se está hablando de planeación del campo entre los tres países (agricultura complementaria) y de hacer cumplir los contenidos positivos de los diversos tratados de libre comercio suscritos por México. Algunos de ellos, refieren condiciones homogéneas, es un compromiso que signan los países en cuestión e inclusive se establece una protección ante medidas de dumping, en las que al precio del mercado se tiene que adicionar el valor de los subsidios y de las diferencias.
No se puede resolver problemas ajenos, de países en desarrollo con problemas de competitividad, con economías diferentes, algunas de ciencia ficción y, se pondría entre comillas, el caso del valor del azúcar cubano o de Centroamérica, de la piña de Tailandia o del café de Vietnam. Suficientes problemas se tienen en México para resolver los retos mirando hacia el norte.
Es preocupante que se carezca de capacidad negociadora entre los actores de la globalización de los mercados, en el neoliberalismo, que es una realidad mundial. Indudablemente que cualquier esfuerzo que se haga al respecto que, no debe ser la guerra de tesorerías la solución ni la competencia por subsidios y salvaguardas, en este último renglón cuando se justifique, debe ser una actitud encaminada a favorecer a los productores. Por el camino de la planeación de una agricultura complementaria entre países del TLCAN y un verdadero mercado común entre los mismos.
En las actuales condiciones de competencia, con las asimetrías existentes, lamentablemente no se vislumbra alguna posibilidad de apuesta favorable al campo mexicano. No es una crítica intensa, es un apunte para la reflexión que se debe tomar , el Ejecutivo como cabeza en las negociaciones y el Legislativo en materia de apoyo. En este sentido, sería importante que se conformara un equipo que hable con la verdad y con claridad en materia de planeación, representación y lucha. Las herramientas que se construyan desde el H. Congreso de la Unión en materia de defensa de los productores del campo, deben respetarse por el Ejecutivo Federal. Algunas de ellas, aprobadas por unanimidad, han sido canceladas, lo que provoca un malestar creciente no sólo de la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional, sino de todas las representadas en el H. Congreso de la Unión. Si se rompe la comunicación entre el Ejecutivo y el Legislativo en esta materia, se complicará más la relación en perjuicio de los actores fundamentales, que son los productores del sector primario.