Agustín Cabral Martell
PARA LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA NACIONAL
La actividad agropecuaria no debe ser una actividad de recolección. Tendrá que ser una actividad programada en tiempos, calidades, formas, para entregas eficientes.
Se tiene que lograr que el productor primario avance en la cadena de valor. Resulta que actualmente, en promedio, de cada peso que paga el consumidor por el producto final, el productor primario se está llevando 35 centavos, en promedio. Hay algunos sectores, como el caso de la engorda de ganado bovino, donde se llevan nueve centavos de cada peso que el consumidor está pagando por ese alimento.
Ahí hay una fase donde se puede trabajar perfectamente para llevar al productor a recuperar más de ese valor que al final del día está pagando el consumidor por los productos alimenticios. Resulta un reto verdaderamente importante para desarrollar al sector agropecuario.
Se tiene que promover la reconversión productiva de aquellas zonas excedentarias, en donde es difícil que se consolide la venta a los consumidores. Es patético que en un país deficitario en granos se tengan problemas para colocar las cosechas de maíz de Sinaloa o de sorgo de Tamaulipas o de trigo de Sonora. Se dan esos problemas porque no están conectadas las cadenas productivas. Si el consumidor estuviera directamente ligado con el productor primario, seguramente no habría problemas para colocar estas cosechas.
Se debe integrar de manera muy eficiente esta cadena y se tiene que buscar cuidar los mercados del exterior, cuidar el mercado globalizado. Hay que abarcar más del espectro como proveedores de los países con los que se tiene tratado.
Resulta también paradójico que en países desarrollados tengan como proveedores de frutas y hortalizas a países con los cuales no tienen tratados de libre comercio y que México esté desaprovechando esas oportunidades. Resulta también complicado que estén accediendo a México, por ciertas razones, productos de importación que no necesariamente cumplen con los estándares de su país de origen, a desplazar los productos nacionales, generando presiones a la baja en los precios domésticos.
Bajo el punto de vista presupuestal, se tendría que reconocer que el incremento real que registró el presupuesto 2002 para el sector agropecuario respecto del año anterior se debe en su totalidad al esfuerzo del Poder Legislativo. Ése ha sido un muy buen esfuerzo, eso le da un respiro al sector agropecuario. Sin embargo, no es suficiente.
Dentro del presupuesto destinado al desarrollo rural, son demasiadas dependencias que manejan presupuestos para este rubro. Además la Sagarpa se lleva apenas una tercera parte y esta tercera parte se ha venido reduciendo con el tiempo.
Se mantienen programas y recursos sin la plena coordinación y con duplicidad de funciones entre dos o más dependencias, lo cual genera, por supuesto, altos costos, beneficios limitados y dispersos.
Se debe aplicar una programación de manera coordinada y sin duplicar funciones. Hay programas coincidentes en otras secretarías que no tienen razón de ser. Esos recursos tendrían que destinarse entonces a la Sagarpa y darle mayor margen de maniobra, también mayor facultad en la definición e instrumentación de las políticas que tienen que ver con el desarrollo rural, las políticas y los instrumentos que tienen que ver con el desarrollo rural se encuentran, igual que el presupuesto, dispersos en diversas instancias y eso hace no sólo que estén descoordinadas, sino que incluso a veces apuntan en sentido contrario.
También se debería buscar transferir programas que están ubicados en otras dependencias a la Secretaría o a algunas otras dos secretarías que tengan que ver con el desarrollo rural, pero no tener una docena de instancias para manejar los recursos del desarrollo rural.
Se tienen que hacer esfuerzos de coordinación que permitan tener mayor beneficio por cada peso invertido en el área de desarrollo rural.
No puede ser posible que en el marco de una intervención tan alta que tienen los gobiernos en los sectores agropecuarios, el gobierno mexicano pueda siquiera pretender dejar de participar de algún modo y de manera decidida en el sector agropecuario.
Deberían aplicarse algunos criterios en la asignación de recursos para el sector agropecuario.
Primero hay que reconocer que en este sector existen al menos dos tipos de agricultura: la agricultura que decíamos orientada al mercado y la agricultura que no lo está o la agricultura que se llama la agricultura de subsistencia. Hay que reconocer que existen estos dos mundos y no se debe pretender que los apoyos que se den a una, deberían ser en perjuicio de la otra.
Esperemos que el próximo presidente de la República tenga en cuenta estas reflexiones.