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NORMATIVIDAD AGROPECUARIA | AGROPECUARIA

Por Agustín Cabral Martell

EL RETO PARA EL PRÓXIMO PRESIDENTE DE MÉXICO

EN MATERIA AGROALIMENTARIA

La coexistencia de sistemas productivos altamente diferenciados desde todo punto de vista es una de las características sobresalientes de la agricultura del país. Resultado de un diagnóstico se infiere que por una parte, existe un amplio sector de la agricultura empresarial altamente dinámico con buen acceso a recursos y tecnología y plenamente integrado al mercado. Por la otra, se presenta un universo de pequeños productores (campesinos y población indígena, 13 millones de habitantes, lo cual ocupa el 25% de la superficie y 33% de los municipios del país) con deficiente acceso a recursos y servicios, pero que representa numéricamente el grueso de la población rural y en la mayoría de los casos, un porcentaje significativo de la producción. Ambas poblaciones tienen desde el punto de vista tecnológico un comportamiento marcadamente diferente y, como tal, requieren estrategias de investigación y desarrollo diferenciadas que reconozcan las características específicas de cada situación socioeconómica y agroecológica, así como el papel diferente que desempeña la tecnología en cada sistema productivo. La red de estructuras de investigación creadas durante los últimos 60 años, ha servido bastante, principalmente al sector de la agricultura comercial, pero existe un acuerdo generalizado en que no ha sido exitosa para desarrollar y difundir tecnologías útiles y viables para los sistemas campesinos, indígenas y a las áreas de menor desarrollo relativo. El reto de las instituciones públicas y privadas de investigación agropecuaria nacional se circunscribe a satisfacer plenamente a este subsector de la agricultura, desde luego sin descuidar la atención del subsector de la agricultura comercial.

Por otra parte, la agricultura mexicana debe y puede recuperar su posición estratégica como soporte del desarrollo rural del país. Para ello, dicho sector demanda de la investigación científica y tecnológica que no sólo se anticipe a los retos del sector, sino que además, contribuya con aportaciones que den respuestas más puntuales a las necesidades identificadas en los diagnósticos y que correspondan a las manifestaciones de los productores rurales, de sus sistemas integrales de producción, así como del propio medio en donde se practica la agricultura. En este contexto, la investigación que realizan las universidades del sector agrario debe servir no sólo como instrumento para la toma de decisiones racionales e inteligentes sobre el proceso productivo rural, sino que debe caracterizarse por:

Ser competitiva, poco exigente en insumos externos e inversiones de capital financiero, es decir, debe ser altamente rentable.

Con alta demanda de conocimientos, destrezas, recursos locales y que fomente ocupación preferentemente de la mano de obra familiar o de la comunidad rural, con apoyo de equipos, instrumentos y maquinaria adecuadas y validadas bajo las condiciones topográficas, sociales, económicas y ecológicas de la agricultura nacional.

Que tenga amplio dominio de recomendación y de rápido efecto multiplicador, según las especificidades de los estratos de potencial productivo y tipología de los usuarios.

Que opere favorablemente bajo condiciones de crédito escaso y subsidios limitados, así como recursos económicos de la propia institución o bien interinstitucionales.

Que agregue valor a los componentes de la cadena de producción-consumo.

Que reduzca al mínimo los riesgos de producción en un marco de sostenibilidad, protección y conservación de los recursos naturales.

Que genere productos, cuyas características respondan a las nuevas demandas de los diferentes segmentos de la población local, regional, nacional e inclusive, internacional.

Dichas demandas que en términos generales, corresponden a:

Alimento barato, suficiente, oportuno, inocuo y de calidad.

Materias primas competitivas.

Productos agropecuarios comestibles con buenas características culinarias.

Productos diversificados y rescate de los no tradicionales.

Lo anterior sólo se puede lograr mediante unas instituciones de investigación transformadas y con capacidad de establecer alianzas estratégicas a través de las cuales tanto el sector público como el privado, tengan una amplia y armónica participación en la generación y transferencia de tecnología mediante un modelo que equilibre demandas y ofertas diferenciadas por tipo de agricultura y consecuentemente agricultores. En todo ello, la capacitación de los recursos humanos, constituye un instrumento prioritario, por lo que los estudiantes de nivel licenciatura o posgrado de las escuelas y facultades del sector agropecuario deben realizar tesis profesionales que se dirijan a lo ya expuesto y bajo las condiciones señaladas. Amén de las líneas de investigación que los propios investigadores están obligados a realizar. Dentro de la currícula académica de estas profesiones deben impulsarse e incluirse los instrumentos idóneos para la realización de la investigación formal cuyo objetivo principal sea la solución de los problemas agroalimentarios nacionales y encaminados a solventar los compromisos del abasto alimentario nacional e internacional.

Sr. presidente (que hasta el momento de elaborar este artículo oficialmente se desconoce quién sea) espero que se tenga en cuenta que la investigación agroalimentaria debe vincularse con todos los sectores productivos de México.

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