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Norte y Sur / DA VINCI, EL HOMBRE Y EL SABIO

Salvador Barros

En la mejor tradición británica, Charles Nicholl ha escrito una biografía del gran Leonardo, el fenómeno renacentista por excelencia, que no sólo presta atención a su obra y a la Italia que le tocó vivir, sino que se detiene en las facetas más íntimas y personales. Trayectoria privada y época se entrecruzan para dibujar el perfil de un genio. Para entenderlo va analizando, exhaustivamente y con agudeza crítica ejemplar, esos mil apuntes de sus cuadernos dispersos, ?ese sinfín de escritos y dibujos que -casi más que sus pinturas- nos conducen directamente al corazón de la vida de Leonardo, como si fueran una especie de memoria donde se abarrotan los testimonios fragmentarios de los trabajos de sus días, los secretos de sus sueños, el vuelo de su mente?. Notas sueltas, dibujos y esbozos nos hablan de sus tareas y ocupaciones cotidianas, su inagotable fantasía y su inquietud polifacética. La excelente edición atestigua muy bien esa detallada investigación al reproducir, al lado de los famosos cuadros, numerosísimos apuntes y sugestivas notas y esbozos de sus trabajos y días.

Los datos biográficos básicos son en conjunto muy conocidos: hijo bastardo de un notario florentino, zurdo y homosexual, Leonardo destacó desde muy joven por su genio personal, y se dedicó a la pintura, pero también a la música y a la ingeniería, impulsado por un profundo afán de investigar los secretos de la naturaleza e inventar nuevos medios para conquistarla, ya fueran poleas, puentes, tanques, juguetes mecánicos, paracaídas o máquinas de volar. Aunque nunca tuvo una formación académica, fue un sabio renacentista, y es muy interesante constatar la variedad de libros de su biblioteca: desde manuales de gramática, anatomía, matemáticas y filosofía hasta clásicos antiguos y varios poetas contemporáneos. Vivió en un ambiente de grandes fulgores artísticos y frecuentes agitaciones políticas en las ciudades bulliciosas de Florencia y Milán, y acabó sus años en un bucólico retiro francés. No tuvo grandes pasiones, aparte de su sed incesante de conocimientos, y fue discreto en sus amores furtivos; tampoco en política manifestó simpatías ni escrúpulos frente a sus patrones: algunos Medici, Ludovico el Moro, César Borgia. Ya al final dejó su Italia y fue agasajado por Luis XII y Francisco I de Francia. Murió, según Vasari, con la cabeza en brazos del monarca que tanto lo admiraba.

Su último autorretrato presenta la imagen más difundida del pintor, dibujado con melena gris y larga barba, pero Nicholl sugiere que en su famoso diseño, ese ?hombre de Vitruvio?, erguido y plantado con piernas abiertas y brazos extendidos en el marco de un círculo y un cuadrado, Leonardo nos dejó otra imagen de sí mismo, más temprana. Es justo admirarlo así, tan equilibrado, como arrogante modelo humano.

Esta biografía no sólo traza la silueta de Leonardo con una finura y precisión superiores a cualquier otra, sino que también nos informa acerca de todos cuantos se cruzaron con él, desde sus familiares y sus discípulos a gente famosa como Maquiavelo. También en esos trazos de otros y del contexto renacentista es evidente la erudición y el excelente oficio del biógrafo. Nunca escatima las referencias oportunas y precisas a personajes y pinturas, como muestran sus atractivas páginas sobre La Virgen de las Rocas o La Gioconda.

Todo esto hace de este libro un estudio magnífico, impresionante por sus referencias, sus glosas críticas, su amplísima documentación, su actualidad, y no menos por su estilo.

LEONARDO, EL VUELO DE LA MENTE.

Charles Nicholl.

Taurus, Madrid, 2005, 699 páginas.

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