Un genio de luz y sombras
Hace cuatro siglos nacía otra pintura, iluminada por el genio incomparable de Rembrandt. En las obras del maestro del barroco resplandecen la luz y las sombras de la condición humana. Holanda celebra hoy su talento. Aquí, un ensayo sobre su figura, el análisis del artista Juan Doffo y el relato de una enviada especial a Holanda.
Rembrandt Harmenszoon van Rijn, nacido hace 400 años (el 15 de julio de 1606), fue un pintor entre dos mundos, en varios sentidos. Su vida fue minada por el escándalo y por el nuevo gusto burgués, academicista y pretencioso, que no pudo ni quiso aceptar. Su pintura sostuvo ante la vista, al mismo tiempo, la textura del universo cotidiano y la luz y la sombra de un océano cósmico. La obra de Rembrandt se mueve entre la claridad y las tinieblas. Pero más exactamente entre una fugacidad resplandeciente y la grandeza trascendente, incluidas en su genio abarcador e intimista.
Europa celebra en Rembrandt, este año, no se sabe bien qué. Al maestro del claroscuro, por un lado; al supuesto transgresor; al que hizo del lenguaje pictórico una forma de realidad-irrealidad que permitió la existencia de otros pintores europeos, Delacroix, Goya y Francis Bacon entre ellos (Rembrandt pintó un buey desollado antes de que Bacon pintara sus famosas reses abiertas, y con colores que le anteceden). Rembrandt fue natural y sobrenatural. Unos burgueses comunes le pedían obras en esta tierra; una inspiración proveniente de otro mundo le permitía ejecutarlas y dejar en ellas una presencia palpable del universo que nos supera y nos habita, que pasa sobre nosotros y nos arrastra. Fue un pintor prodigioso en todo sentido y un genio bastante precoz.
Nacido en Leiden, Holanda, a los 14 años se había matriculado en varias materias en la Universidad local. Entre 1624 y 1625 (entre sus 18 y 19 años) continuó en Amsterdam el aprendizaje de la pintura, que había iniciado en su ciudad natal. Pieter Lastman fue su maestro en Amsterdam. De él tomó la influencia del italiano Caravaggio (1573-1610). A los 19 años, puso su propio taller en Leiden, asociado con Jan Lievens, también discípulo de Lastman; a los 22 era famoso, y su taller recibía gran cantidad de encargos y prosperaba.
Hay que decir aquí qué significaba ser pintor en Holanda en el siglo XVII, cuando por toda Europa la Contrarreforma hacía sentir su peso. Era poco más que ser plomero hoy. La burguesía holandesa pretendía ser retratada continuamente y no quería otra cosa que retratos realistas. A diferencia del barroco cortesano, nacido bajo la influencia católica que demandaba la grandiosidad de la visión religiosa mientras los reyes pedían la majestad pomposa de la nobleza, Holanda tuvo un barroco más carnal, pues su burguesía apenas sí juzgaba la pintura de acuerdo con la fidelidad al modelo sin afeites. ?Bajo los efectos de la coyuntura, consecuencia de la general especulación en el mercado de arte, se creó en Holanda, después de 1620, una tal cantidad de cuadros que, a pesar de la gran demanda, constituía una superproducción, y acarreó a los artistas una situación muy embarazosa?, Pese a todo, la obra de Rembrandt está más viva que nunca en el Museo de Ámsterdam, en el Louvre, en el Prado, en el Hermitage y en las colecciones privadas.