El ?silbo? es un lenguaje que lanza palabras al aire y utiliza las montañas como cámaras acústicas. Luego de descubrirlo, la lingüista y fotógrafa francesa Cécile Le Talec se dedicó a investigar sus peculiaridades en dos lugares del mundo en los que todavía se practica el silbido como forma de comunicación: Veracruz y las Islas Canarias.
El de los silbidos es un auténtico lenguaje en extinción. ?Sirve para comunicarse en el campo y es un verdadero arte?, señala Cécile cuya exposición-instalación sonora y visual se exhibe hasta mediados de enero de 2006 en la Casa de Francia (Havre 15, Zona Rosa). Se trata de fotografías compuestas digitalmente y acompañadas de sonido. Durante la inauguración de la muestra se proyectó una película que exhibe a los silbadores en acción.
?-El silbido como forma de comunicación es un patrimonio de la humanidad. Pero va a desaparecer con los teléfonos celulares?, explica Le Talec-. ?No se trata de un código sino del idioma español en forma silbada. Los silbadores canarios y veracruzanos silban en español, una lengua que se presta para este propósito. Estamos ante un idioma puro?.
El silbido ?se practica mejor en las sierras?, dice la lingüista y fotógrafa. Las montañas sirven de amplificador y un silbador canario puede comunicarse con otro a una distancia de hasta ocho kilómetros. Existen 50 comunidades en el mundo que se valen del ?silbo?. Se sabe de una en China.
El proyecto artístico de Le Talec, titulado SilbOVERview, se presenta en forma de textos, fotografías, composiciones sonoras, dibujos y videos. Ella lo concibe ?como un laboratorio: un taller de hipótesis estructuradas en torno a preguntas que me he formulado sobre las relaciones que sostienen el espacio, la arquitectura, el sonido, el paisaje y la lengua, la imagen y el texto?.
Le Talec define al silbido como ?un soplido penetrante, poderoso: no un canto sino un soplido agudo sin raíz cultural; un genérico, también, sin territorio, especie de respiración comunicante. El silbido se convierte en idioma secreto cuando reemplaza a la palabra faltante o ausente, y es entonces cuando la palabra se hace impotente ante la inmensidad y la distancia. El idioma silbado se adueña del territorio físico y transforma al espacio en una ciega caja de resonancia?.
?El silbido reúne a todas las lenguas?, argumenta Le Talec. ?Es la expresión animal de un deseo de comunicar, de diálogo e intercambio; el silbido es para el idioma lo que la luz a la imagen, o las rocas a la arquitectura?.
Hace algunos años, al visitar el Museo de Ciencias de la Villette en París, un silbido atrajo la atención de Le Talec. Venía de un documental de tres minutos realizado en 1950 por el lingüista y fonetista M. Busnel. La película mostraba a dos pastores del país de Aas, en los Pirineos franceses, quienes intercambiaban algunos mensajes silbando. Sus silbidos les permitían comunicarse de una montaña a otra y a varios kilómetros de distancia. El diálogo estaba traducido con subtítulos en la película.
?-De inmediato comprendí -asevera Le Talec- que sus silbidos no correspondían a mensajes codificados: era un verdadero idioma. Lo que me sorprendió e intrigó fue la dimensión melódica de esta lengua, que yo percibí ante todo como música. Quedé tan fascinada que comencé a pensar en un eventual proyecto sonoro que pudiera utilizar este idioma mágico, sin saber al principio qué forma podría tomar éste. El descubrimiento de los silbidos introducía nuevas dudas formales y conceptuales en mi trabajo y me llevaba a la exploración de nuevos soportes sonoros tanto en la forma de representación como de exposición. Este proyecto me asedió durante varios meses antes de emprender un trabajo. Después de un año de exploración, cartas y encuentros con investigadores y científicos, pude al fin construir un proyecto artístico en el cual yo podría utilizar este lenguaje silbado y trabajar en colaboración con silbadores canarios y mexicanos... En el curso de este trabajo, y de mis dos viajes, uno a México y otro a Islas Canarias, propiamente a la isla de la Gomera, encontré investigadores etnolingüistas, musicólogos, compositores, fonetistas que me ayudaron a comprender mejor el lenguaje silbado así como a sus intérpretes. El trabajo ha sido, pues, el resultado de un diálogo con una diversidad de actores.
La película que realizó en México y Canarias podría ser definida como una especie de travelogue (conferencia sobre viajes) o road-movie?, abunda Le Talec.
-El video relata más una expedición que una historia -señala-. Se trata de un periplo muy particular, puesto que los personajes principales, una lingüista y un arquitecto franceses, apasionados de la ornitología, parten en busca de un tesoro intangible: un idioma en vías de extinción. Saben que este idioma no se escribe y que se transmite oralmente desde hace siglos. Saben también que será necesario aprender a silbar y a callarse; deberán aprender a escuchar el silencio, encontrarán durante su viaje a investigadores y científicos. Están conscientes de que esta lengua cantada no les será comprensible al principio. Su pasión por los pájaros les permitirá concebir las nuevas modalidades de comunicación y observándolos y hablando con ellos aprenderán muchas cosas. El film es una etapa, las investigaciones continuarán y los encuentros también. Habrá nuevos episodios fílmicos, fotográficos y sonoros en México, Canarias, África Central, Turquía o China.
Al final, informa Le Talec, el proyecto de los silbadores se convertirá en una ópera-performance realizada en colaboración con músicos; un compositor, el oaxaqueño Carlos Pazos, músicos; un coreógrafo, y silbadores canarios y mexicanos.
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Ya encaminada en su proyecto de investigar el lenguaje de los silbadores canarios y veracruzanos que describimos en la entrevista adjunta, el asunto empezó a parecerle una especie de utopía comunicativa a la lingüista y fotógrafa francesa Cécile Le Talec.
-El lenguaje de los silbidos -dice- ?me ha permitido pensar en lo imaginable, levantar andamios de escenarios improbables y utópicos; pensar, por ejemplo, en nuevas formas de organización social sobre un modo melódico; pensar, al fin, en una forma de comunicación con los pájaros, los mamíferos marinos e incluso planetas lejanos; pensar en libros, planos, en fórmulas como partituras escritas, simplemente una especie de lenguaje telúrico y cósmico?.
Siendo una misión etnológica la que se propuso llevar a cabo en Canarias y Veracruz, Le Talec ha acabado por concebir su proyecto SilbOVERview como una forma de comunicación intergaláctica y entre especies. El homo sapiens se comunica con los pájaros y, mediante las parabólicas, tal vez aquellos silbidos sean recibidos por alguien (¿o algo?) en el espacio exterior. ?El silbido se convierte en idioma secreto cuando reemplaza a la palabra faltante o ausente?, indica Le Talec. ?Es entonces cuando la palabra se hace impotente ante la inmensidad y la distancia. El idioma silbado se adueña del territorio físico y transforma al espacio en una ciega caja de resonancia?.
Su trabajo, insiste Le Talec, es un vagabundeo más que una búsqueda. ?Aun si los paisajes de las fotografías y de la película que realicé están ligados a territorios precisos, éstos nos regresan a ninguna parte. Son paisajes genéricos pero siempre en las alturas de las montañas para estar más cercanas al cielo; es decir, al vacío que hace todo posible. La película representa la primera pieza de un rompecabezas, lo primero dentro de un territorio que no posee aún mapas detallados. Mi trabajo se presenta como una investigación, una prospección, una aventura. Por eso es forzosamente poliforme?.