Al conmemorarse el 23 de septiembre pasado el 32 aniversario de la muerte de Pablo Neruda (1904-1973), los habitantes de la Isla Negra, Chile, donde vivió el poeta y se conserva una Casa Museo, celebran el aniversario con lecturas de poesía, una Misa a la Chilena y un carnaval con toda la parafernalia de disfraces, batucadas y fuegos artificiales.
Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, conocido como Pablo Neruda, nació en Parral, actual VII Región de la República de Chile, el 12 de julio de 1904. Su madre, Rosa, maestra, su padre, José Ángel, maquinista de tren. A ella, muerta a las pocas semanas de nacido, Neruda le dedicó dos poemas: Luna y Humildes Versos Para que Descanse mi Madre. En un escrito estudiantil de los años veinte del siglo pasado, Reyes Basoalto asumió por primera vez el seudónimo de "Pablo Neruda". Pablo era un nombre que le gustaba, Jan Neruda un poeta checo. El primer poema firmado como Pablo Neruda fue Canción de Fiesta (1921).
Neruda le cantaba al amor pero, comunista oficial, le dedicó un poema a Stalin. Sin embargo, Neruda no se consideraba dogmático. "No ando con un dogma debajo del brazo para dejárselo caer en la cabeza a nadie", escribió en Confieso que he Vivido, su libro de memorias publicado de manera póstuma por su familia en 1974. "Como casi todos los seres, todo lo veo claro el lunes, todo lo veo oscuro el martes y pienso que este año es claro-oscuro. Los próximos años serán de color azul".
Valga el elogio de Octavio Paz, cuyo acercamiento al neoliberalismo de los años ochenta lo contraponía a un militante como Neruda: "he releído a Neruda, en una antología un poco des-cosida que hizo Alberti. Volvió a conquistarme: en toda su obra, aún en los momentos más deleznables, hay poemas extraordinarios. Tal vez es el gran poeta de su generación, en América y en España. La voz más amplia, la que viene de más lejos y la que va más allá. La palabra océano le conviene". (Carta al poeta catalán Pere Gimferrer, 18 de abril de 1990). Cuatro años después, al reflexionar cumplidos los 80 años sobre sus comienzos poéticos, Paz dispara un juicio implacable sobre Neruda en otra carta a Gimferrer: "el pesado y torpe Neruda, adormilado y balbuciente, me sigue fascinando. No siempre: así como en Alberti hay un cirquero (también lo había en Picasso), en Neruda hay un orador populachero. Con frecuencia habla para la galería y no le da vergüenza mentir con descaro. También es un paquidermo que avanza lentamente por la selva, destrozando ramajes y pisando hierbas ásperas y bichos diminutos del primer día del mundo. Un gran cetáceo que nada en las profundidades con ojos que perforan la oscuridad. Ojos en las manos y en la nuca, en las rodillas y en los dedos de los pies: ojos tentáculos para ver y palpar el mundo, ojos raíces para descender al submundo. En la frente el gran ojo del cíclope, el tercer ojo de las divinidades tibetanas. Y este Neruda sonámbulo se transforma de pronto en un delgado chorro de agua o de aire, ya no géiser sino surtidor, que abre el piso, entra en la casa, se tiende en el mantel, convierte al mantel en jardín y el jardín en un sistema solar, se acerca a la ventana y le toma el pulso a un rayo de sol que se filtra por la vidriera...". (Siete de abril de 1994).
Oriundo de Temuco, un lugar poblado por colonos y comunidades indígenas desplazadas, Neruda se identificaba con los de abajo. En su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura (1971), narró la larga travesía que lo llevó al exilio en 1949 -el mismo año en que publicó aquí en México su famoso Canto General-, luego de que el presidente Gabriel González Videla deslegitimara al Partido Comunista Chileno, por el cual Neruda era senador (curiosamente, Neruda había apoyado a González Videla inventando consignas como El Pueblo te Llama, Gabriel). Pero, en el discurso del Nobel, Neruda hablaba de aquella odisea por Los Andes en la que casi muere ahogado. Tras múltiples peripecias, Neruda y sus compañeros llegaron a un sitio donde les dieron cobijo unos hombres rústicos del campo. "Ellos ignoraban quiénes éramos, ellos nada sabían del fugitivo, ellos no conocían mi poesía ni mi nombre. ¿O lo conocían? El hecho real fue que junto a aquel fuego cantamos y comimos, y luego caminamos dentro de la oscuridad hacia unos cuartos elementales. A través de ellos pasaba una corriente termal, agua volcánica donde nos sumergimos, calor que se desprendía de las cordilleras y nos acogió en su seno".
Neruda explicó a los académicos e invitados del Nobel que su poesía se alimentaba de ese tipo de experiencias. "Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema -dijo-: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría. Si he narrado en este discurso ciertos sucesos del pasado, si he revivido un nunca olvidado relato en esta ocasión, es porque en el curso de mi vida he encontrado siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me aguardaba, no para endurecerse en mis palabras sino para explicarme a mí mismo".
Neruda ofrecía una conclusión: "sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres".
El 11 de septiembre de 1973 -día del golpe militar en Chile contra el presidente Salvador Allende-, Neruda estaba siendo consumido por el cáncer. Había renunciado a sus cargos públicos desempeñando apenas una última tarea política: buscar apoyo entre los intelectuales del mundo para hallar la forma de evitar el golpe militar que ya se veía venir. No lo logró. Los militares llegaron a la Isla Negra. La biblioteca de Neruda se salvó milagrosamente. "Bibliófilo pobre", según se autodefinía, el poeta la había enriquecido con el dinero de su premio Nobel. Neruda no soportó el golpe y murió 12 días después. Su sepelio fue la primera manifestación contra la dictadura de Pinochet.
