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Norte y Sur / UN FUTURO INCIERTO

Salvador Barros

CUENTOS CHINOS DE ANDRÉS OPPENHEIMER

Desde que Julio Cortázar se marchó a estudiar a París y, a su regreso al Río de la Plata, incorporó a la novela latinoamericana al modernismo Argentina ha contado con viajeros iluminados que supieron mirar el mundo y encontrar las claves para mejorar nuestro continente. Domingo F. Sarmiento volcó en sus ?Viajes?, ?Argirópolis? y ?De la educación popular? su moderna visión del universo, mientras que Juan Bautista Alberdi recopiló en las ?Bases? las propuestas que su fecunda imaginación había ido encontrando en las sociedades y el pensamiento que había frecuentado.

Andrés Oppenheimer, un argentino que vive en Miami y viaja por el globo, se ha incorporado a aquella ilustre prosapia intelectual y ha vertido en su libro Cuentos Chinos su visión del universo presente y de las razones por las cuales América Latina permanece en el atraso, la miseria y la ignorancia, situación a la que la Argentina se empecinó en retroceder en la segunda mitad del siglo XX, después de haberse colocado entre las diez primeras naciones del mundo en los comienzos de aquella centuria.

Con el vuelo del escritor y el espíritu de síntesis del periodista, Oppenheimer nos presenta una China políticamente autoritaria y moralmente corrupta pero que, basada en la filosofía de Confucio, promueve el ahorro, la educación y la competitividad, ha privatizado el sesenta por ciento de sus actividades, transita febrilmente del ?comunismo al consumismo?, no teme la globalización y trata de evitar lo que ellos llaman ?latinoamericanización?, es decir, la inflación, el desorden y la violencia.

Oscilando entre la entrevista ágil y el ensayo sólido, nos lleva también al milagro de Irlanda, el otrora atrasado y católico país, que abandonó el aislacionismo y se incorporó a la Unión Europea, recortó los impuestos, facilitó los trámites de radicación a las empresas extranjeras para fomentar las inversiones, flexibilizó la legislación laboral, desreguló las comunicaciones y atrajo a los inmigrantes, con la idea de que ?cuando la marea sube levanta todos los barcos?.

Sin sujetarse a dogmas ni a prejuicios ideológicos, Oppenheimer desliza sus críticas a los Estados Unidos de Bush y aun de Clinton, y nos describe un Brasil con sueños de grandeza pero donde ?hasta el pasado es incierto?, como ocurría en la Rusia de Stalin, donde los ministros de educación solían alterar la historia escolar para complacer a su caudillo. Cuenta sus entrevistas con el presidente de una Argentina adolescente, una persona de retórica vetusta, acostumbrada a culpar a los demás de sus problemas y a no asumir sus responsabilidades, que ?aprieta? a la prensa y que, según sus propios colaboradores, no tiene la curiosidad intelectual de saber por qué algunas naciones avanzan mientras otras retroceden.

Brinda también un paseo por Polonia y por México y se introduce con ingenio en el realismo mágico de la Venezuela del torrencial Hugo Chávez, el presidente al que se le subió el petróleo a la cabeza, que motoriza un proceso de ?narcisismo-leninismo?, en un país cuyo cambio de nombre no logra disimular las propias cifras oficiales que muestran que, a pesar del alza fabulosa del precio internacional del barril, el ?petropopulismo? ha aumentado la pobreza de la población y confirmado el fenómeno llamado la ?maldición de los recursos?.

Así como Jorge Luis Borges nos mostró en Juan López y John Ward que el mundo parcelado en países y dividido por heroicas mitologías es obsoleto y conduce a la tragedia, estos chispeantes Cuentos Chinos de Oppenheimer nos sugieren, a través de la opinión del socialista español Felipe González, que el drama de América Latina se resume en el sentir nacionalista y el pensamiento anticapitalista de su gente. Mientras en el universo avanza a pasos veloces la integración en tres bloques comerciales (América del Norte, Europa y Asia), es atinado recordar que sólo nuestra incorporación a este sistema, la inversión en ciencia y educación y una cultura de competitividad, democracia y rendición de cuentas pueden esperanzar a nuestro hemisferio tan fallido.

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