ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC).
CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA
ASOCIACION PSIQUIATICA MEXICANA
(SEXTA PARTE)
Conforme pasa el tiempo, cada día se comprueba con mayor fuerza y certeza en los estudios de las diferentes corrientes psicoanalíticas y psicológicas del desarrollo, la importancia que tiene la presencia del padre desde el momento mismo del embarazo, durante el parto a la llegada del bebé y posteriormente a lo largo de toda la vida. Aunque en nuestra cultura, todavía no estamos acostumbrados del todo a aceptar lo fundamental que es la presencia del padre durante tales experiencias, excepto quizás por el aspecto económico, puesto que en un buen porcentaje todavía se les considera como ?cosas de mujeres?, la realidad es otra. Desde el momento mismo en que la pareja marital decide tener hijos y se embaraza por primera vez, se inicia ahí la construcción de ese triángulo básico formado por la madre, el padre y el producto en el útero. Igualmente, estamos acostumbrados a pensar en los aspectos físicos y biológicos del embarazo, en los que la madre sirve como anfitriona, y es quien permite que en su cuerpo se geste y se desarrolle ese embrión, hasta llegar al bebé que nacerá nueve meses después. Y sin embargo, debido a que se trata de un fenómeno tan maravilloso de la naturaleza, ello parece opacar la participación biológica del hombre a través de la secreción de su esperma y la fecundación del óvulo materno, como un acto paralelo y también indispensable.
Biológicamente sabemos que la mujer sufre una serie de cambios importantes a lo largo del embarazo, que son bastante conocidos y obvios. Sin embargo, ello no sólo ocurre en dicha área sino que a la vez, también ocurren una serie de cambios fundamentales en lo que respecta al área mental y emocional, relacionados naturalmente con ese nuevo estado e identidad que le confiere la maternidad. Tanto biológica como emocionalmente, la mujer florece durante este período de creatividad, cuando se trata de un proceso normal y en el que no existan obstáculos de ningún tipo que lo dañen o entorpezcan. Durante el mismo, cada mujer es capaz de enfocarse intensamente hacia las profundidades de su ser, de manera que se puede conectar consigo misma como persona, como mujer y como madre en primer lugar. Pero obviamente, también se empieza a conectar con el ser que está creciendo dentro de ella, en la forma idealizada como percibe e imagina a ese bebé, lo que le facilita el desarrollo de una intensa relación amorosa de apego con éste, con una muy constante comunicación tanto con el pensamiento como con la palabra. De ese modo, entabla una comunicación con él o la bebé por medio de la cual puede platicarle, cantarle, contarle cuentos e inclusive llegar a visualizarlo plenamente. Asimismo, se ha comprobado en estudios de mujeres embarazadas, que existe un tercer tipo de conexión emocional en ellas, mediante el cual son capaces de conectarse con su propia infancia, con las imágenes y las memorias que tienen de sí mismas como niñas en la relación con sus respectivas madres durante ese período, así como con el tipo de vínculo que desarrollaron con ellas. Un vínculo que obviamente, repercutirá en la forma y el estilo en el que a su vez estas nuevas madres se conecten con sus propios hijos.
El papel de la madre en la relación con el bebé, así como el tipo de vínculo y de apego que desarrollen entre sí, ha sido motivo de estudio y de amplias investigaciones durante muchos años, tanto en el campo psicológico como en el psicoanalítico. Sin embargo, no ha sucedido lo mismo en lo que respecta al tipo de vínculo y al estilo de apego que se da entre él o la bebé y el padre. Posiblemente, no ha sido sino hasta las últimas tres décadas, cuando tal tipo de relación se ha rescatado del descuido en el que se le tenía y se le ha dado una mayor importancia en los estudios. En la actualidad, gracias a muchas de tales investigaciones sabemos y podemos reconocer lo básico que es la presencia del padre en el desarrollo físico y emocional de los hijos desde las etapas más tempranas. Hablar de muy temprano, significa su presencia y el apoyo que sea capaz de darle a su pareja en la relación marital, como un equipo de dos que física, intelectual sexual y emocionalmente se plantearon y llevaron a cabo la creación de ese hijo o hija que ha llegado. Es necesaria la presencia del padre desde el embarazo, en la forma en que apoya, ayuda, coopera y se relaciona con su esposa durante ese período. Pero igualmente necesaria es también su presencia en la relación que empieza a desarrollar con ese bebé que vibra y se mueve dentro del útero de su compañera, y con el cual es capaz de bromear, platicar, cantarle y formar un vínculo, según también el modo en que lo perciba y se lo imagine a través del abdomen de su esposa. Es así entonces, como empieza a formar con su hijo o su hija los cimientos de una relación que será para siempre, independientemente de lo que llegue a suceder con la relación marital. A lo largo del embarazo, el padre también sufre una serie de cambios mentales y emocionales, que lo hacen conectarse no sólo con su bebé, sino también consigo mismo. Tales cambios lo hacen cuestionarse y redefinirse en cuanto a su propia imagen, su autoconcepto e identidad como ser humano, como hombre y como padre en esta nueva etapa de su vida. Se trata de pensamientos y reflexiones dedicados a todos los padres de nuestra región en este domingo al que hemos llamado ?Día del Padre?, a pesar de que realmente y una vez que se tienen hijos, idealmente deberíamos reconocer todos los días como ?días del padre? (Continuará).