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Nuestra Salud Mental / LA SALUD MENTAL DE LOS NIÑOS

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.

(PSILAC)

CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA

ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA

(VIGÉSIMA CUARTA PARTE)

Una vez que se han podido superar las resistencias mencionadas y tal vez muchas otras que puedan presentarse en el camino, los padres se dan a la tarea de buscar y encontrar al profesionista adecuado a quien consultar para la valoración de su niño o de su niña. No obstante que en un país como el nuestro, en el que casi la mitad de la población está formada por menores de edad, la realidad es que desgraciadamente no contamos con el número suficiente de profesionistas necesarios para atender a esa población en el área de la salud mental. El total de psiquiatras infantiles que realmente tienen un entrenamiento oficial como tales es todavía menor de mil a nivel nacional; de ellos, casi un 70 por ciento o más, se encuentran concentrados en el DF, como es obvio suponer en un país en el que a pesar de todo, seguimos funcionando bajo un sistema sumamente centralizado. Los demás psiquiatras infantiles estamos repartidos en el resto de la República, con el mayor contingente en ciudades más pobladas como es el caso de Monterrey, Guadalajara, Puebla, San Luis Potosí, etc. Por otro lado, en las últimas décadas, la carrera de psicología ha cobrado una gran popularidad en todo México, como se demuestra con la creación, desarrollo y existencia de un gran número de escuelas de psicología a lo largo del país. Ello lo comprobamos específicamente en nuestra comarca, en la que actualmente contamos con un gran número de ellas. A pesar de eso y como dato interesante, no obstante el gran número de psicólogos que se gradúan semestral o anualmente, no existe todavía en nuestra región algún programa reconocido de postgrado dirigido hacia la capacitación de tales profesionistas en el área de la psicología infantil. Es por ello, que muchos de quienes la practican, lo hacen ?de corazón?, seguramente con muchas ganas y en forma silvestre, pero sin que hayan llevado a cabo el entrenamiento oficial específico.

Por lo general, este tipo de programas de adiestramiento, sea en psiquiatría o en psicología infantil, requieren de un mínimo de dos o tres años de estudio, posteriores a los estudios de la licenciatura en el caso de los psicólogos, y al entrenamiento en la psiquiatría general o de adultos, en el caso de los psiquiatras. Es decir, que al igual que sucede con los programas de postgrado en cualquier otra carrera, un programa enfocado hacia estas áreas requiere de una muy buena inversión de tiempo, de dinero y de esfuerzo y estudio, especialmente ante el hecho de que para lograrlo, es necesario viajar hacia alguna otra ciudad, en la que sí se ofrezcan estos programas. Se trata pues de un sacrificio que no todos los graduados están dispuestos a llevar a cabo, porque tampoco se encuentran en posibilidad de hacerlo debido a toda una serie de razones, en algunos casos muy personales o de diferente índole. Ello explica en cierta forma, las carencias que existen en México (pero también en muchos otros países, incluyendo EUA) de este tipo de especialistas, que somos superados por las demandas y las necesidades de la sociedad. Para muchos egresados de estas carreras entonces, es más sencillo abrir un consultorio y ?certificarse? o calificarse ellos mismos como especialistas infantiles, que invertir en programas de tales magnitudes, sobre todo ante la creencia muy generalizada, de que es muy fácil llevar a cabo un tratamiento psicológico o psiquiátrico en esta etapa de la vida. En nuestra época, está de gran moda el ser ?terapeuta? (término menos amenazante que psiquiatra o psicólogo), así como el hecho de ?hacer terapia?. ?Hacer terapia? en estos casos suele significar simplemente el sentarse a jugar con el niño o la niña, en una especie de rol de nana que les ayude a jugar, a hablar o a entretenerse durante un período de tiempo específico, lo que naturalmente siempre podrá ser muy divertido para ambos, y en ciertos casos, hasta podrá tener también algunos efectos positivos.

De una u otra forma, a pesar de tales carencias, las necesidades están ahí, de modo que los padres que tienen niños o niñas con sintomatología emocional, que se encuentran lo suficientemente preocupados al respecto y que por lo mismo han decidido consultar a algún profesionista, se enfrentan entonces ante la disyuntiva de acudir al consultorio de algún psicólogo, psicóloga o psiquiatra, sin conocer con certeza en muchos de los casos si es alguien que tiene el entrenamiento adecuado para hacerse cargo de tal problemática. Pueden haber sido referidos por familiares, por amistades, por vecinos, por maestras o maestros de la escuela o del colegio a los que asiste el o la paciente, o simplemente como resultado de la información que han encontrado en las páginas del directorio telefónico. Por lo mismo, es importante entonces, que los padres se cercioren de las credenciales y del entrenamiento del terapeuta que van a consultar en cualquiera de los casos, de manera que puedan obtener el mejor servicio posible, como una forma de proteger la salud mental no sólo del paciente, sino a largo plazo, la de toda la familia, ya que cualquier trastorno que presente un niño o una niña, va a repercutir en el resto de la familia (Continuará).

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